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Para los católicos el mes de diciembre significa celebrar la navidad y la llegada del año nuevo, sin embargo, estas son costumbres que no pertenecen a todas las culturas como la israelí que celebra el fin de año durante el mes de septiembre.

Prensa Frontera Viva

David Arrieta, un venezolano de 19 años que emigró al Estado de Israel en 2019, ha experimentado nuevas tradiciones y vivencias que son características del país ubicado en el Medio Oriente, donde la religión oficial y más extendida es el judaísmo, principal razón por la que no se celebra la navidad y el año nuevo lo reciben en otra fecha.

A diferencia de América Latina, algunos países europeos y de otros continentes, en Israel no celebran la llegada del año nuevo el primero de enero, muy contrario a las creencias católicas el año termina normalmente en septiembre, el séptimo mes del calendario hebreo.

El Rosh Hashaná (cabeza del año en judío) es una festividad en la que gran parte del mes no se trabaja y despiden el año con una cena grande en la que se sirve pescado, Guefilte fish (albondigas de pescado) y manzanas con miel.

El consumo de alimentos agrios, salados y dulces es lo usual y cada uno representa la expulsión de lo agrio, lo salado y lo malo del año que termina y augura que el próximo año sea dulce y próspero.

Celebración en familia

Estas tradiciones fueron adoptadas por la familia Arrieta que a pesar de haber vivido siempre en Venezuela, nunca se consideraron una familia totalmente católica por los nexos familiares con Israel.

A pesar de las nuevas tradiciones asumidas el joven venezolano, relató a Frontera Viva desde Beer Sheva, que su familia celebra la navidad y el año nuevo gregoriano para mantener encendida la venezolanidad en el hogar. El 31 de diciembre se reúnen para recibir el año nuevo tal y como lo hacían en Venezuela.

Si la restricción de la pandemia se los permite, recibirán el año nuevo gregoriano en carpas instaladas en el desierto, una forma de celebrar juntos su tradición latina.

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Navidad y Hanukkah

“En Venezuela siempre vivimos un ambiente de contexto, celebrábamos la venezolanidad y no el nacimiento del niño Jesús” relató Arrieta quien siempre ha estado claro de pertenecer al judaísmo.

Aunque en Israel celebran el hanukkah, festividad que tiene ocho días de duración y que se conmemora a partir del 25 de Kislev, tercer mes del calendario hebreo, los venezolanos radicados en Israel se reúnen en familia para tomarse una copa de vino y comer un plato con hallaca el 24 de diciembre.

Arrieta confiesa que sus padres y hermana le dan mayor importancia al 31 de diciembre para conmemorar que el año se va, sin embargo en forma de tradición buscan rescatar la celebración que hacían en Venezuela el 24 del mismo mes.

La tradición venezolana acompaña a los Arrieta en las celebraciones de navidad, no pierden la costumbre de preparar hallacas, pan de jamón y ensalada de gallina, pero al tratar de mantener la cultura venezolana, la familia ha recibido comentarios acusándolos de caer en cultos paganos, comentarios que no los limitan para continuar con la fusión de cultura venezolana e israelí que llevan, sin olvidar el judaísmo.

En cuanto a las hallacas, la familia venezolana las prepara al estilo andino con el “guiso crudo”. Los ingredientes se consiguen fácilmente en Israel, pero “lo único que no le colocamos es la carne de cochino porque varios integrantes de la familia comen kosher que son las reglas más estrictas de comida del judaísmo y el cochino está prohibido”, comentó David Arrieta.

El pabellón es otro de los platos típicos que no pueden olvidar y lo consumen al menos una vez a la semana para mantener su paladar al estilo caribeño, mientras que la arepa es un alimento que no han abandonado y siempre los acompaña a pesar de los millones de kilómetros que los distancia de su tierra.

Comiendo arepa en su cumpleaños número 19

Culturas diferentes

Como una cultura mixta describe David a Israel, país que alberga a cientos de inmigrantes judíos procedentes del éxodo de los países árabes. Gracias a la gran cantidad de inmigrantes el Estado de Israel contiene una cultura rica y muy integradora, precisó.

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“Siempre te intentan ayudar, no te ven como el raro que habla otro idioma o que tiene una acento diferente, te ven como una persona interesante y muestran interés en algunas palabras en español”.

La migración para Arrieta no es del todo color de rosa, lo más difícil que ha tenido que sobrellevar es tener que extender su bachillerato un año más debido a que en ese país la secundaria es de seis años, además debe inscribirse al servicio militar, obligatorio, antes de iniciar su carrera universitaria, esto último lejos de asustarlo lo motiva, considera que en los dos años y medio, que debe prestar el servicio, le servirán de experiencia y le ayudarán a perfeccionar el hebreo.

Aunque David Arrieta, se siente orgulloso y ama su descendencia israelí, sueña con regresar algún día a Venezuela. El joven visionario cree que emigrar puede ampliar las perspectivas de los venezolanos y se debe tomar esta oportunidad como un aprendizaje para la vida.

“Si tienen la posibilidad de salir del país háganlo, crezcan, pero nunca se olviden de su país que, aunque esté controlado por un régimen que solo ha hecho daño, Venezuela los vio nacer y es parte fundamental de lo que somos ahora”.

Arrieta está seguro que Venezuela siempre va a tener los brazos abiertos para quienes quieran volver y pide que juntos empleen los conocimientos que están adquiriendo afuera para levantar el país.

Considera que encontrarse fuera del país junto a su hermana y sus padres es una bendición que lo llena de tranquilidad y estabilidad emocional, además el hecho de hablar inglés le facilitó su viaje al exterior y aunque aún está aprendiendo el hebreo después de año y medio ya puede decir que habla tres idiomas.

David junto a su madre, padre y hermana

David Arrieta es hijo de dos profesores universitarios, y representa muy bien a la juventud venezolana, demostrando que en Venezuela aún se pueden educar y formar a personas que dejen muy en alto el gentilicio en el mundo.

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