Por el aventurero digital
A finales de la década de los 50, Brasil construyó, en plena meseta central, su nueva capital: Brasilia. Lo hizo en apenas tres años, una hazaña considerada colosal. El plan en el sentido nacional y estratégico tenía un objetivo simbólico y militar. Era una forma de estimular la ocupación del interior de Brasil, que hasta entonces se concentraba en la costa, y de tener una capital más protegida de eventuales ataques o revoluciones. Brasilia debía ser una ciudad que mirara hacia el futuro y dejara atrás el legado colonial de Salvador de Bahía y Río de Janeiro, las antiguas capitales.
En 1957, un jurado internacional eligió el proyecto del urbanista Lucio Costa, pionero de la arquitectura moderna en Brasil, por ser “simple pero muy innovador”. Costa sería el padre del “Plano Piloto de Brasilia”, como se conocía el área original de la capital, y el arquitecto Oscar Niemeyer encabezaría la construcción de la ciudad y sus principales edificios. La planificación del Plano Piloto incorporó las ideas racionalistas y funcionalistas de la arquitectura moderna, muchas inspiradas en Le Corbusier, sobre cómo debía ser una urbe. En concreto, esta tenía que organizarse en distintas zonas según el uso que sus habitantes le iban a dar: vivir, circular, trabajar y entretenerse.
Lucio Costa partió de la forma del signo de la cruz para organizar el Plano Piloto, haciendo referencia al gesto de marcar el terreno para tomar posesión de un lugar. En uno de los ejes, ligeramente curvado para adaptarse al terreno, estarían los sectores residenciales. En el otro, estaría el “eje monumental” donde se concentrarían los edificios de gobierno, las principales obras de Oscar Niemeyer en la ciudad. Entre los dos ejes, habría sectores comerciales y de entretenimiento, como bancos, centros culturales, clubes deportivos, embajadas o talleres, entre otros, y una carretera que conectaría la capital con sus alrededores.
Concebida para el auto
Para hacer que la circulación fuera más fluida y distanciar los autos de los peatones, la capital estaba llena de autopistas sin cruces ni semáforos. Brasilia parecía una especie de comercial publicitario del automóvil. Se promocionaba su uso ya que en ese momento la industria automotriz estaba en auge en Brasil, pero no había referentes para poder predecir qué problemas tendría una ciudad tan enfocada en el transporte individual.
El Plano Piloto, la capital original, hoy tiene poco más de 220.000 habitantes, aproximadamente el 7.3% de la población del Distrito Federal, como se conoce a la actual Brasilia. Los otros 2,78 millones de habitantes de la capital brasileña están distribuidos en 33 regiones administrativas, incluidas las extensiones del Plano y las ciudades satélite. En 1987 Brasilia fue declarada Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Pero la ciudad proyectada por Costa y Niemeyer dejó de ser una ciudad para convertirse como un monumento histórico, y la moderna urbe no funcionó como la proyectaron sus creadores.
Sin embargo, vamos a dar un paseo general por sus principales atractivos, que el turista puede disfrutar:
1.- Praça dos Tràs Poderes: El eje administrativo de Brasilia cuenta con varios de sus edificios y estatuas más recalcadas. Como lo insinúa el seudónimo de la Praça dos Tràs Poderes o la Plaza de los Tres Poderes, la cual se encuentra rodeada por inmuebles que hospedan al ejecutivo, la legislatura y el poder judicial. El popular Palácio do Planalto, el domicilio oficial del Presidente, el Superior Tribunal Federal o la Corte Suprema y el parlamento nacional. Igualmente, contorno de la plaza se hallan el Museo Histórico de Brasilia y el Panteón de la Libertad, delineado por Oscar Niemeyer.
2.- Catedral Metropolitana Nossa Senhora Aparecida: El monumento más popular de la localidad es la única catedral circular, delineada por Niemeyer y acabada en el año 1970. Sus 16 columnas de cemento curvado se enaltecen hacia arriba para establecer una corona que envuelve un techo de vidrio. El resultado de irradiación natural por dentro es pomposo. Las cuatro grandes imágenes fuera del acceso personifican a los cuatro evangelistas.
3.- Palacio dos Arcos: acreditado como el Palácio Itamaraty, hospeda el Ministerio de Relaciones Exteriores y es uno de los superiores lucros de Oscar Niemeyer. Una extensa línea de arcos proporcionados se desarrolla sobre un reservorio reflectante, todo el vinculado se halla en hermosos jardines delineados por el recalcado pintor brasileño Roberto Burle Marx. El interior ostentosamente decorado envuelve un patio semi-techado con un huerto. El inmueble se encuentra abierto al público.
4.- Museo de Pueblos Indígenas: Esta recalcada recopilación de arte y aparatos brasileños oriundos no solo reconoce la cultura nativa precolonial, sino que elogia las tradiciones activas de los pueblos nativos de Brasil en la actualidad. Los utensilios históricos y presentes como alfarería, árguenas, armas, aletas y tocados de plumas se acoplan a las obras de arte establecidas principalmente para el museo en una recopilación pensada como una de las mejores de Sudamérica. Al delinear el inmueble esférico inusual tallado después de un hogar redondo tradicional de Yąnomamö, Oscar Niemeyer analizó con los chamanes y viejos de Yąnomamö para la legitimidad. El bazar del museo es un sublime lugar para hallar artesanías originarias hechas a mano.
5.- Santuario de Don Bosco: El santuario de São João Bosco está consagrado al presbítero italiano del siglo XIX excomulgado en el año 1934, cuya perspectiva de la fundación de una localidad capital ficticia en el Nuevo Mundo, envuelve el paralelo 15, y se estima como la inspiración de Brasilia. Este tabernáculo fue edificado justo en el paralelo 15. El proyectista Vasconcelos Naves delineó un inmueble cuadrado de 40 arcos afilados que encuadran altas ventanas de vitrales en variados tonos de azul, trazados por Claudio Naves y elaborados por Hubert van Doorne. Las ventanas satisfacen la mayoría de las paredes, y una formidable araña está elaborada de más de 7,500 piezas de vidrio de Murano. El excelente crucifijo de cedro sobre el tabernáculo fue esculpido por Gotfredo Tralli de un solo árbol.
6.- Torre de televisión: posee unos 224 metros de altura es un excelente lugar para conseguir una visión habitual de la localidad y un sentido de su delineación. Posee una plataforma de indagación a 77 metros, la cual se mantiene abierta al público de forma gratuita todos los días, incluyendo, los domingos, un mercado de artesanías que alegran el lugar.
7.- Monumento JK Memorial del Presidente Kubitschek: La estatua emocionante en la Praça do Cruzeiro es el presidente Juscelino Kubitschek, el gobernante de Brasil que es estimado el fundador de Brasilia. La estatua fue delineada por Oscar Niemeyer, y numerosos lo estiman entre sus mejores obras. Junto con el sepulcro de Kubitschek y una exposición dedicada a él, la estatua domina exposiciones encantadoras sobre la localidad que sospechó y vio por medio de la realidad, contenidos los primeros planos, la imagen de construcción y otros elementos que instruyen la historia de Brasilia. Junto al monumento se hallan obras de decoradores contemporáneos.
8.- Congreso Nacional: Finalmente, el viajero puede visitar este icono de la arquitectura actual, que es el par de inmuebles que hospedan la Cámara de Diputados de Brasil, o como muchos la conocen, la cámara baja y el Senado, junto con sus departamentos. Para esto, Oscar Niemeyer optó dos delineaciones muy contrastantes. Para las dos edificaciones, estableció formas de platillos que se han designado platillos voladores, apartándolos por un par de atalayas rectangulares señaladamente lineales. Alrededor de estos inmuebles fotogénicos existe un extenso jardín con una alberca pulida, y en su interior hay manifestaciones que contienen un Túnel del Tiempo. Se logra recorrer el complejo con un guía de dialecto inglés.
Brasilia es más que una capital. Es historia, es cultura, es civismo, es arquitectura y también es turismo.