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Migrantes venezolanos en el Carnaval Entre Fronteras

El evento fue organizado por la Fundación Horizonte de Juventud, cuya sede funciona en el municipio de Villa del Rosario

Por Jonathan Maldonado

Ataviados en disfraces y con pancartas que dejaban claros sus objetivos, el Carnaval Entre Fronteras,  organizado por la fundación Horizonte de Juventud, se desplegó este miércoles por el puente Internacional Simón Bolívar, lado colombiano, para llevar un mensaje de solidaridad y de integración.

Al ritmo de tambores y pitos, los participantes iban llenando de color y alegría cada tramo recorrido.  “Nuestro objetivo es integrar a la comunidad venezolana con la colombiana, y recordar que todos somos seres humanos y tenemos los mismos derechos”, aseguró Johnny Cifuentes,  director de la fundación.

Johnny Cifuentes, director de la fundación

Cifuentes hizo énfasis en que todo ser humano tiene derecho a la salud, educación y a una mano amiga. “Los colombianos tenemos que ser solidarios con nuestros hermanos venezolanos. No podemos, por uno o dos que se porten mal, reprimir a los demás”, puntualizó desde el concurrido paso binacional.

“Debemos abrir las puertas al pueblo venezolano, ayudarlos, que se sientan como en casa. Brindarles salud y educación. La inclusión de este grupo es muy importante”, prosiguió el caballero, al tiempo que detalló: “nuestra sede está ubicada en Villa del Rosario, donde hemos atendido, en diversos puntos, a más de 7.000 venezolanos mensualmente”.

Mensaje de inclusión

La fundación Horizonte de Juventud brinda a los migrantes información en torno a lactancia materna, Derechos Humanos y protección de los niños.

“Me trajeron engañada”

Reina Rodríguez, de 27 años, participó en el evento de la fundación. Como migrante venezolana, tiene su historia. “Me trajeron engañada. Una señora, en Bucaramanga, me había ofrecido un trabajo en el campo, pero al llegar a Colombia, no me contestó las llamadas”, lamentó.

Disfraces acompañados de solidaridad

Desesperada, Rodríguez buscó ayuda, tanto para ella como para su hijo, en un refugio ubicado en La Parada. “Ahí llevo dos semanas”, destacó con la preocupación de no tener un rumbo seguro. Luego, tras varios intentos, “me contestó el teléfono un hombre y me dijo que estaba equivocada”.

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“No quisiera regresarme a Venezuela, pero allá está mi otra hija”, destacó al tiempo que describió los beneficios que recibe en el refugio: “Nos dan medicamentos, contamos con las tres comidas, nos dan cobijo, atención médica y otras organizaciones también van, observan nuestros casos, ya que cada una tiene experiencias de vida diferentes”.

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