En Cúcuta se desarrolla un proceso de integración cultural de primer orden. Su público objetivo son adolescentes y preadolescentes migrantes venezolanos, retornados colombo-venezolanos y colombianos que cohabitan en sectores populares de la capital del Norte de Santander.
Es Casa Morada. Un centro de cultura periférico, que se asentó en Motilones, en la ciudadela Atalaya. Wilmar Bottina, coordinador de Frontera Morada, explica que la casa es un espacio de libertad para que “los chicos”, como le gusta denominarlos, hagan vida a través del arte.
Cuatro organizaciones tienen asiento en este sitio: Casa de las Estrategias, Caminantes Tricolor, Colectivo Sabas Sebas y 5 con 5 Crew. La planificación estratégica, la atención a migrantes venezolanos, el tema ambiental y la música urbana: todos funcionando integrados e independientes.
Casa de las Estrategias es una organización con sede en Medellín. Allí, en la insigne Comuna 13, viene realizando una labor de asociar a jóvenes de la ciudad a procesos de cultura que les permite, a través de un programa innovador, ver al mundo más allá de la violencia callejera.
La metodología, exitosa por cierto, ya empieza a ser replicada por organizaciones en algunas ciudades de Latinoamérica y Europa. Y este modelo es el que llega a Cúcuta a través de Frontera-Casa Morada.
En un poco más de un mes se han integrado grupos de rap, de graffiteros, de Hip-Hop, músicos clásicos y urbanos, de breakdance, de periodistas ciudadanos, juventudes literarias, ambientalistas venezolanos, colombianos y retornados entre otros que están dinamizando la programación de este centro.
Bottina anuncia que en pocas semanas se contará con una emisora digital con programación en streaming , lo que sin duda potenciará totalmente la actividad de esta experiencia al igual que lo está haciendo su homóloga en Medellín.
Los jóvenes, sin importar su país de origen, tienen códigos culturales comunes: el que canta rap en Venezuela comparte códigos con el que canta Rap en Colombia. Es la misma identidad, no hay barreras. La integración positiva viene por esa vía y así, desde la juventud y la cultura, Casa Morada se está transformando en una línea efectiva de acción en los procesos de integración de migrantes y comunidades de acogida. Estima Bottina que este es uno de los canales para enfrentar la xenofobia y otros procesos asociados. “Cuando unos chicos de Colombia y Venezuela cantan o bailan juntos compartiendo experiencias, intercambiando aprendizajes, están demostrando en la práctica que las barreras son solamente mentales”. (Alans Peralta)