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Por Tomás Páez


Varias instituciones y empresas venezolanas, conscientes del cambio operado con la diáspora y la NUEVA GEOGRAFÍA del país, hacen un seguimiento sistemático de la información y los datos con el fin de desplegar novedosas estrategias. Esta actitud proactiva contrasta con las debilidades, despreocupación y desinterés percibido por los ciudadanos, quienes miran a sus representantes alejados a distancias kilométricas de aquellos que viven, sus problemas reales, sus expectativas, proyectos e iniciativas.

La diáspora no está interesada en que se compadezcan de ella, no buscan “lástima”, ni tienen nada de lo que avergonzarse. Buscan seguridad, trabajo y recursos para si y sus familias. El distanciamiento percibido por los ciudadanos, hoy convertido en abismo, ha impedido transformar el extraordinario rechazo al gobierno y el formidable deseo de cambio de la sociedad en la realidad que deseamos.

El hecho de no haber atendido a los ciudadanos favorece su desapego hacia los partidos políticos y hacia quienes presumen su representación o pretenden hacerlo y hablar en su nombre. La política está obligada a lidiar con realidades, en espacios diversos y plurales, con distintos y contradictorios intereses que es necesario atender. Carece de todo sentido una idea fanática del poder; con ello solo se podría aspirar a convertirse en una secta. La polarización difícilmente pueda eternizarse como estrategia, además se equivocan quienes no piensen en servicios deseables para todos los ciudadanos.

Las organizaciones creadas por la sociedad civil expresan sus intereses, opiniones y expectativas en todas las esferas del quehacer humano. De manera voluntaria tejen redes globales integradas por múltiples centros autónomos que interactúan de un modo sistemático, cuya conexión ha sido facilitada por Internet y los millones de aplicaciones que cancelan las distancias; es posible conectar a todos y en todas partes a módicos precios. Una red interconectada, erigida sobre la nueva geografía y por ende de carácter transnacional, entre cuyos propósitos medulares está el de contribuir a recuperar la democracia y comenzar el proceso de reconstrucción del país.

Progresivamente, ese enjambre ha adquirido mayor relevancia, encierra un inmenso potencial capaz de crear sinergias globales en distintas áreas: estudios de mercado, oferta de nuevos servicios y transferencias de recursos económicos, tecnologías y conocimientos. Conforman instituciones complejas y, como nos advierte F. Hayek, crean un orden no planificado, espontáneo. Huérfanas de representatividad han horadado muros, abierto espacios pese al régimen y en su contra y denunciado las complejas madejas de corrupción que rubrican dura y negativamente la imagen de muchos políticos.

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Reiteramos la importancia de los partidos políticos, sólidos y confiables, para el adecuado funcionamiento del sistema democrático y nuestra discrepancia con quienes hacen política desde las posturas antipartido. Es imprescindible recuperar la vocación de servicio público y airear el debate al interior de los partidos. Con ese fin se los invita a romper con estructuras endogámicas, con prácticas colonizadoras de la sociedad civil, que solo contribuyen a la merma del compromiso y participación de personas con méritos y calificaciones. Debemos evitar calcar las prácticas de este régimen para el cual no existen las palabras alternabilidad, cambio, humanidad y responsabilidad.

Los dirigentes de los partidos políticos necesitan escuchar a sus críticos. Si no están dispuestos a ello, tenderán a absolutizar el proceso de toma de decisiones. Con esa actitud en la que solo se conforman con los aduladores, acrecientan la distancia, el desapego y la desconfianza de los ciudadanos. La política se hace mirando y escuchando a las personas, conscientes de que el otro existe y tiene mucho que decir, que tiene derecho a todo excepto a lesionarte, y ese reconocimiento no se hace con el fin de hacerlo desaparecer o suplantarlo con grupos y tinglados de amiguetes.

Es necesario ayudar a los partidos a liberarse de las ofertas y respuestas simples a problemas muy complejos y protegerlos de los desencuentros de la política con la realidad. Mediar para que puedan esquivar el reduccionismo, el sectarismo y la intolerancia activa y militante. Coadyuvar para el reconocimiento de la complejidad, la diversidad y la pluralidad y colaborar en la construcción de narrativas que sirvan al propósito de formular políticas y propiciar actitudes y conductas públicas integradoras y promotoras de desarrollo.

Es, asimismo, una forma de eludir el riesgo de que la alternativa democrática caiga en el descrédito, el anonimato, la indiferencia y la irrelevancia y pierda por estar fuera de juego. La POLÍTICA supone algo más que presencia en las redes y los medios, normalmente atiborrados de mensajes y noticias, y los dirigentes son algo más que influencers. La política implica hacer, acción, establecer una nueva relación partido y ciudadanía a fin de construir una fuerza capaz de responder a los anhelos de cambio de la sociedad venezolana.

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El régimen ha intentado por todos los medios a su alcance la genuflexión de los partidos políticos que, afortunadamente los menos, han asumido sin vergüenza alguna. Algunos se han postrado luego de abruptas maromas, incomprensibles, poco digeribles y que provocan lástima. Otros, por no saber qué hacer y a dónde ir, se colocan al margen para que las organizaciones de la sociedad civil se hagan cargo de la situación. Ya habrá tiempo para recomponer o desaparecer.

Ni los hechos ni los intereses son suficientes para explicar las decisiones de política, en particular las relacionadas con la diáspora. Intervienen creencias y prejuicios y de ello deriva la necesidad de nuevas narrativas y novedosos argumentos que sirvan de marco para la elaboración de las estrategias. Por ejemplo, la encuesta de valores y la Encuesta Social Europea, realizadas en decenas de países y en las que participan miles de ciudadanos, muestran los acuerdos en torno a lo que se consideran efectos de la migración y el peso que en ello tiene la dimensión cultural. Algunas son creencias y prejuicios atizados para crear enemigos ficticios y desacreditar o aprovechar tales creencias para llegar al poder.

Las organizaciones de la sociedad civil están empeñadas en sacar al país del foso en el cual está sumido y para hacerlo posible es necesario recuperar el sistema democrático. La democracia y las libertades se refuerzan mutuamente y ello estimula el desarrollo, que repercute en el cambio de valores; a su vez, estos generan cambios en la realidad. Lo opuesto a lo que ocurre bajo regímenes dictatoriales y totalitarios, en particular aquellos que desconocen al individuo, el derecho de propiedad y el comercio. El esfuerzo y el empeño está rindiendo frutos en todas las esferas: emprendimiento, cultural, empleo, integración, cultura, y una cada vez más densa red de organizaciones interconectadas son parte de este cambio.

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