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El buen periodismo defiende los derechos humanos, la libertad de expresión y lucha constantemente por restablecer la democracia a través de la información. A cuatro años de labores ininterrumpidas, estos son los ideales que han caracterizado a Frontera Viva, medio nativo digital que muestra la realidad de un país, incluso, cuando su mayor riqueza, el capital humano, trasciende fronteras.

Por Frontera Viva

La confiscación de la sede del diario El Nacional en Caracas, último medio impreso de alcance nacional en Venezuela, constituyó el más reciente azote del régimen en contra de la prensa democrática e independiente en Venezuela, una tarea que siempre se ubicó entre los principales objetivos del chavismo.

Desde la llegada del ex presidente Hugo Rafael Chávez Frías al poder, en Venezuela se desencadenaron una serie de eventos que apuntaban a la asfixia de toda clase de medios de difusión de información contrarios a la línea gubernamental, una cruzada que para 2021 parece haber tenido éxito.

Frente a un campo minado para el libre ejercicio del periodismo, la prensa y la publicación de contenidos e ideas, iniciativas para combatir el silencio impuesto por el gobierno de turno han brotado en medio de ese terreno cultivado con trampas y artimañas, diseñadas para silenciar a uno de los máximos instrumentos de la democracia.

Como una propuesta para abrir espacios en medio de la oscuridad informativa, el Bus Tv emergió de las tinieblas el 27 de mayo de 2017, cuando en Venezuela se cumplían 10 años de duelo tras el cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV), aquel cese a sus operaciones supone el primer hito de la censura en el país. La coincidencia entre las fechas no es casualidad, pues el proyecto es una denuncia al atropello permanente padecido por lo medios de comunicación, sentenció su creadora, Laura Helena Castillo.

La periodista venezolana detrás del nacimiento del Bus TV, explicó a Frontera Viva cómo el ingenio, el coraje y el ánimo propio del emprendimiento sirvieron de inspiración para reinventar los noticieros y acercar la codiciada información a las comunidades populares de siete ciudades del territorio.

Junto a sus socias, Abril Mejías y Claudia Lizardo, inició el Bus Tv en medio de un momento “particularmente complejo, confuso y muy doloroso para Venezuela”: las protestas antigubernamentales de 2017. En plena convulsión social, las comunicadoras llevaban a cabo reuniones con el fin de evaluar la manera más efectiva de llevar información sobre las manifestaciones y sus motivos a los sectores menos privilegiados, donde la posibilidad de informarse permanecía sumergida en un “gran vacío” de noticias.

El panorama del momento pintaba gris para los medios de comunicación. Globovisión, único canal de televisión nacional de noticias que quedaba al aire, había sido comprado y cambiada su línea editorial, situación replicada anteriormente en los diarios El Universal y Últimas Noticias. El país continuaba quedándose sin los medios que garantizaban la organización social y la formación de opinión pública.

El Bus TV surge como un noticiero cuya virtud máxima es la participación inmediata de la audiencia. Ofrecen noticias en vivo, “cara a cara”, aprovechando la independencia de ejercer la labor periodística sin intermediarios y plataformas, pues su trabajo es offline y ocurre a bordo de un autobús. En el proceso, los reporteros han descubierto el valor de conocer el alcance de las informaciones y el método para escuchar y satisfacer las necesidades del público.

Imprentas en silencio

Actualmente, en Venezuela solo circulan 20 periódicos, según datos del Instituto de Prensa y Sociedad (Ipys), además 11 estados de la nación no poseen ningún medio de comunicación impreso a cuenta del 2020. ¿Cuál es la razón de la desaparición de la prensa?

En 2012 es eliminado el papel de prensa como bien de importación prioritaria, condición que le permitía a los periódicos independientes disponer de una tasa de dólar preferencial para importar papel y otras materias primas. Además, la expropiación en enero de 2005 del Complejo Editorial Alfredo Maneiro a manos de Hugo Chávez, desencadenó el monopolio del papel periódico, corrompiendo el sistema al asignar el recurso de forma discrecional.

Nicolás Maduro asumió la presidencia de Venezuela en el año 2013, desde el inicio de su administración, hasta ahora, la república ha perdido 100 medios impresos. Previo a su llegada, el país gozaba de 134 periódicos en circulación. Semejante desaparición provocó la reducción en un 83% del ecosistema de medios, advierte un estudio del portal Prodavinci.  

Inmóvil ante las medidas coercitivas, la prensa sufrió la progresiva eliminación de sus complementos, la disminución de sus páginas y la supresión de los cuerpos hasta ver transgredida su periodicidad: diarios reducidos a semanarios y estos últimos obligados a la extinción. El 13 de diciembre de 2018, El Nacional se sumaba a los abatidos por la crisis del papel tras circular con cuatro cuerpos y un promedio de 36 páginas en días de semana.

Cuando el diario con más de 70 años en Venezuela apagaba sus rotativas solo contaba con un cuerpo de ocho páginas, mientras surgían otros impresos afines al gobierno chavista, tal como fue el caso de Ciudad CCS, en 2009, fundado por Jorge Rodríguez y editado por la Alcaldía de Caracas. Los recursos que el régimen negaba a los medios independientes, los destinaba a la propagación de su ideología.

Frente al deterioro de la prensa y la aparición de medios impresos sesgados a favor del oficialismo, Venezuela cayó 33 puestos en el índice mundial de libertad de prensa, al ocupar el lugar 148 de 180 países, de acuerdo a la evaluación de Reporteros Sin Fronteras.

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De pie sobre un contexto desalentador, el Bus Tv no podía ser un periódico, pero siendo fieles a su propósito de informar a las comunidades optaron por el uso de papelógrafos en las paradas de autobuses de las zonas en las que tienen presencia. Así nació La Parada Tv.

Baches en los diales

Desde su aparición, la radio se caracterizó por su enfoque cercano a los oyentes. Sentían en la voz que les acompañaba día y noche un amigo cercano y una herramienta para hacer saber los problemas que afectaban a sus comunidades y obtener las soluciones o atenciones que tanto anhelaban. 

De forma similar, el Bus Tv apuntó a esa misma cercanía con sus espectadores, no solo en el espacio físico, sino también en el contenido de las informaciones que difunden. Laura Helena comparte cómo con el correr del tiempo han descubierto lo valioso que es para las personas tener noticias útiles de su entorno, por lo que trabajan un enfoque hiperlocal. Explica que, a modo de manifestación de principios, su carta de presentación es su deseo de ser útiles y ofrecer un servicio.

No obstante, la realidad de la radio tampoco fueron viables para el surgimiento del Bus Tv, pues al igual que con la prensa, el sistema venezolano apuntó a la eliminación de las emisoras.

La suspensión de la licencia de 32 emisoras en un solo día por órdenes de Chávez se conoce como el “radiocidio” y fue el punto de partida de una ola de cierres de las radios venezolanas por medio de la censura abierta. La organización Espacio Público detalla que entre 2009 y 2019 salieron del aire 180 emisoras, siendo el 2017 el año con más clausuras, en tanto 57 estaciones dejaron de existir.

Con frecuencia los cierres son ejecutados por Conatel, los funcionarios de la empresa que regula las telecomunicaciones en Venezuela acuden en compañía de fuerzas militares o policiales. Los hostigamientos incluyen la incautación de los equipos y la destrucción de las oficinas. Si los directores de las radios presentan una denuncia por la arremetida, hallan una actitud obstruccionista.

No fue suficiente la retransmisión obligatoria por ley de las cadenas nacionales y de los mensajes oficiales, la meta era apagar las voces disidentes al régimen. La reducción del número de emisoras sometió a la penumbra informativa a las zonas remotas del país y arrojó al público a merced de estaciones de corte oficialista, mientras convirtió a las radios en una herramienta adicional para reforzar su control sobre la información y la permanencia en el poder.

De este modo, convertirse en un programa de radiodifusión tampoco era una opción para el Bus Tv dado el sistema nocivo contra las emisoras autónomas, pero el proyecto decidió rescatar la virtud máxima de la radio: la cercanía. Si bien los periodistas son formados para mantener distancia con las fuentes y a su vez con los hechos, explica Laura Helena, la naturaleza de este noticiero es trabajar próximos a las audiencias a fin de practicar una reportería basada en nuevos esquemas.

Pantallas sin señal

Una explosión, un despliegue policial en un barrio o un atentado son acontecimientos transmitidos en vivo por los medios televisivos en la mayor parte del mundo, pero en Venezuela el seguimiento minuto a minuto de un suceso solo puede encontrarse en las redes sociales. La cerca cada vez más estrecha que rodea a la televisión demostró al Bus Tv que podían ser un noticiero desprovisto de un canal.

Armados con un marco que hace las veces de televisor, guion y su vocación de informar, los reporteros del Bus Tv abordan diariamente diversas rutas del transporte público para comunicar una amplia oferta noticiosa que abarca lo hiperlocal y nacional, devolviendo con estilo propio los microondas de noticias a la vida.

Desde la salida de RCTV y el uso de su señal para albergar el canal estatal Tves, el sometimiento a quienes manejan estos espacios de comunicación se ha profundizado. A partir del discurso oficial, iniciado por Hugo Chávez, los periodistas y reporteros que cubrían distintos hechos empezaron a ser satanizados, perseguidos, reprimidos e injustamente detenidos.

La obtención de información oficial es una odisea por el aumento de la opacidad de las fuentes públicas, dicha situación comenzó a ser significativamente evidente cuando en 2009 es reformado el Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Nacional para permitir la entrada y transmisión exclusiva del salón de sesiones a la ANTV.

Sin embargo, el equipo del Bus Tv esquiva las informaciones veladas al aplicar el periodismo 101: ir hasta la fuente, corroborar los datos y luego compartirlas con las comunidades, algo que suena sencillo y básico, pero, como Laura Helena recalca, no es una tarea muy común hoy día. El drama actual del sector radiotelevisivo contrasta con los años 80, cuando vivió una fructífera expansión que lo convirtió en el tercero en facturación de América Latina.

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El internet se ha convertido en el único espacio en Venezuela en el que los usuarios pueden informarse de lo que está sucediendo en el momento, sin casi ninguna limitación. Sin embargo, esto podría estar por cambiar.

Desde 2010, con la reforma de la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión, la cual incluyó a los medios electrónicos, el régimen venezolano ha manipulado de a poco las libertades de prensa e información en todos los canales de comunicación, llegando incluso a encarcelar a ciudadanos comunes por difundir denuncias a través de las redes sociales.

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Otras cadenas opresivas disfrazadas de normas han sido instauradas por el Estado para expandir las restricciones a la libertad personal, promover la censura y autocensura, inclusive penalizar la disidencia política al tipificarla como delito. La creación de la Ley Contra el Odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia presume de legislar respecto a dichos aspectos hasta establecer penas de más de 20 años de cárcel, cierres de medios, multas a empresas y páginas web.

En Venezuela el mercado de la información es dominado por los medios digitales, pues la estampida de periodistas luego de las distintas manifestaciones de censura aplicadas a los medios tradicionales conllevó a la creación de numerosos nativos de la web como El Pitazo y Efecto Cocuyo.

El campo fértil hallado en el Internet tiene por característica un cambio de paradigma devenido tras el fin de la cobertura en vivo, tal transformación se refiere al fortalecimiento de las unidades de investigación. Armando.info o RunRun.es son ejemplo de la apuesta por los trabajos periodísticos de largo aliento, los cuales encontraron en la red el espacio para denunciar los abusos del Estado.

El respiro otorgado por la web tampoco es absoluto porque el control del régimen sobre la infraestructura de las telecomunicaciones ha avanzado con bloqueos de portales o caídas del servicio justo en momentos políticamente sensibles para el país. Tan solo en 2020, año de la pandemia de Covid-19, fueron registrados más de 4.200 episodios de censura digital que afectaron a 67 medios de comunicación nacionales y 86 internacionales.

Los planes de regulación del Internet por parte del régimen no han aminorado, al contrario, la Asamblea Nacional Constituyente, barajó un proyecto de ley destinado al control del espectro digital. Laura Helena advierte que el mayor peligro en estas pretensiones radica en el uso discrecional y sin pruebas con los que se apliquen para callar a la disidencia.

La presencia de personal cubano involucrado en el desarrollo de software nacional, así como su inclusión en los procesos de nacionalización de sectores estratégicos como Cantv, ha sido una realidad que el régimen ha intentado ocultar y que ha sido denunciada a través de piezas periodísticas publicadas por el portal Armando.Info. No obstante, su influencia en este sentido no es reciente, puede ser rastreada hasta 2006 y 2007. Por lo tanto, el gobierno de Nicolás Maduro pretendería contar con el apoyo de Cuba en temas de control y bloqueo en el ámbito digital.

Adicional a lo expuesto, un estudio realizado por Ipys evidencia que, cuatro de cada 10 venezolanos tienen una línea móvil y 50% de los ciudadanos no cuentan con acceso a Internet. El panorama es aún más grave con los costos de las tarifas telefónicas, las cuales han resultado prohibitivas para gran parte de la población que sobrevive con salarios insuficientes. 

La velocidad de conexión de banda ancha fija en Venezuela es de 19.50 megabytes por segundo (Mbps), en América Latina solo supera a Cuba que tiene apenas 6.14 Mbps, así la migración de los periódicos a la web y la proliferación de los oriundos digitales no es garantía de una sociedad más informada ni del fortalecimiento de la libertad de expresión y prensa, tanto por el pésimo servicio de Internet como por los bloqueos a los portales de noticias en la red.

El último eslabón de la democracia

A la calamidad descrita se suman los desiertos informativos. El concepto hace referencia a los lugares, rurales o urbanos, que no tienen presencia de ningún tipo de medios y en consecuencia los habitantes están desprovistos de noticias sobre su realidad directa. En Venezuela 14 millones de personas viven en zonas donde la información es escasa, como explica la investigación Atlas del silencio, es decir, en más de 200 municipios -de 335 en el territorio- la cobertura de acontecimientos de interés publico es limitada o no existe.

El ejercicio del periodismo independiente ha sido atacado por todos los flancos con formas cada vez más sofisticadas de censura, indica Laura Helena. Ofrecer información libre tiene un costo alto en Venezuela por lo que los profesionales de la comunicación sufren detenciones arbitrarias y abusos contra su integridad física al cumplir con su deber. La periodista señala que verdadera libertad sería ejercer la profesión sin recibir ningún tipo de consecuencia judicial por el capricho de algún personero susceptible del régimen.

La tragedia padecida por cientos de medios de comunicación en Venezuela fue alabada por Nicolás Maduro en 2019, cuando el heredero del chavismo afirmaba con orgullo que “solo quedan los escombros de los medios burgueses”. Esa clase de retórica es empleada por el oficialismo para presentar la censura como una medida indispensable que elimina las amenazas contra su mandato.

Los supuestos ataques que por años ha mencionado el chavismo son las denuncias efectuadas por los medios de comunicación sobre los actos de corrupción cometidos por la clase política venezolana. Al transformar las noticias en manifestaciones del descontento popular, la prensa, la radio, la televisión y los portales digitales se legitimaron como el contrapoder de la dictadura.

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