
Por Jonathan Maldonado
A Carlos Chávez, oriundo de Maracay, lo conocen en la ciudad fronteriza de San Antonio del Táchira, como el “doctor carrucha”. A su taller, ubicado en la carrera 5 del barrio Lagunitas, acuden a diario los “carrucheros” o “carretilleros” con el propósito de que le reparen su elemento de trabajo, o para que le realicen uno nuevo.
Chávez, quien desde hacía año y medio desempeña este oficio, le ofrece soluciones a cada cliente. Sus herramientas de trabajo siempre las tiene sobre su mesa o cerca de ella. Junto a su socio y ayudantes, va sacando, durante la jornada, los pedidos que le hacen. “Esta iniciativa nace de la necesidad que tenía el “carruchero”, indicó.
“Estamos en una zona de mucho tránsito, y casi todo se maneja en una carretilla para las personas que traen mercancía y equipaje. La gente usa mucho este tipo de vehículo para trasladar sus cosas, ya sea de Colombia a Venezuela o viceversa”, apuntó el caballero.

En la frontera colombo-venezolana son muchos los que se dedican a cargar mercancía en este tipo de carros, a dos ruedas, para ganarse el sustento diario. De ese gran grupo, emergió su principal clientela, la cual, bajo la estrategia de la recomendación, lo ha dado a conocer en la jurisdicción. Además, es el único que ha tenido esta visión de emprendimiento.
Una oportunidad en medio de la crisis
Carlos Chávez salió de su tierra, junto a su esposa e hijos, persiguiendo mejor calidad de vida. Ya en San Antonio, mientras buscaba qué hacer, vio en los “carrucheros” una oportunidad para brindarles atención a sus elementos de trabajo. Desempolvó sus herramientas, se las trajo, y emprendió un oficio que le ha rendido sus frutos.
“Vienen con una rueda mala o porque el peso les partió la carrucha”, detalló quien, con el tiempo, ha ganado fama y credibilidad en la zona. “Me dicen el doctor carrucha
”, soltó con una sonrisa que devela el agradecimiento que siente por una ciudad que le ha abierto las puertas. “Trabajo con mi socio, quien ha estado conmigo en las buenas y en las malas”, subrayó.

Con su forma de rebusque, Chávez ha obtenido ingresos, en pesos, para ayudar a sus hijos, esposa y padres. “Noviembre y diciembre fueron los mejores meses del año 2019. En ese período, todos tenían algo para transportar y llegaban aquí para que se les hiciera las respectivas reparaciones a sus carruchas”, indicó.
“Cuando necesitan algún trabajo, ahí estoy yo. Trato de hacerlo lo más rápido posible, para que salgan nuevamente al trote y hagan lo suyo”, resaltó mientras mostraba una de las ruedas que más soportan el peso. “Las traemos de San Cristóbal, están hechas de caucho y madera. Aguantan cerca de 1.000 kilos”, puntualizó.
Carruchas entre 50.000 a 150.000 pesos
Si la carrucha requiere de muchos refuerzos, puede llegar a costar hasta 150.000 pesos, mientras que otras no pasan de los 50.000. “Al día puedo sacar entre 10 a 12 carruchas. Carruchas grandes, totalmente transformadas, podemos sacar entre 3 a 5. También las hacemos desde cero, el cliente es el que decide”, aclaró.
Los arreglos sencillos, oscilan entre los 1.000 a 3.000 pesos. “A veces, lo que más cuesta es conseguir la materia prima con la que llevo a cabo los trabajos”, dijo quien también atiende la demanda de los vecinos en cuanto a reparación de puertas o muebles, un oficio que había aprendido en su tierra.

“Si Dios me lo permite, voy a seguir; esto me ha dado resultados”, señaló Carlos Chávez al tiempo que reconoció lo difícil que ha sido tanto para él como para sus familiares adaptarse al ritmo de la frontera. “Aquí el corre corre y la bulla son de día y noche”, aseguró a modo de colofón.