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El buen periodismo defiende los derechos humanos, la libertad de expresión y lucha constantemente por restablecer la democracia a través de la información. A cuatro años de labores ininterrumpidas, estos son los ideales que han caracterizado a Frontera Viva, medio nativo digital que muestra la realidad de un país, incluso, cuando su mayor riqueza, el capital humano, trasciende fronteras.

A continuación, les presentamos uno de nuestros especiales periodísticos publicados en estos cuatro años de camino recorrido.

Por Frontera Viva

A las 8:00 a. m. inicia la extensa jornada laboral de la venezolana Yesenia Duque, quien se dedica al cuidado de una adulta mayor en Granada, España. Es un trabajo gratificante, pero que requiere grandes sacrificios, así como mucho esfuerzo físico y mental. 

La primera tarea de su rutina diaria consiste en asistir a la señora en el aseo personal. “La ayudo a bañarse y a ponerse la ropa”, cuenta Yesenia a Frontera Viva.

Una vez completadas las labores de limpieza, le realiza el test de glucosa, le da el desayuno y le administra los medicamentos que requiere.

El resto de la mañana consiste en brindar compañía a la señora, quien tiene 91 años de edad y se mantiene lucida. Conversan sobre Dios, sus familias y Venezuela.

“Siempre me cuenta historias de cuando era joven, le interesa saber cosas del lugar de dónde vengo, pero, sobre todo, habla de Dios desde que se levanta hasta que se acuesta”.

A horas del mediodía, Yesenia hace el almuerzo y luego dedica un tiempo a limpiar la cocina y los baños, también lava ropa mientras está pendiente de otras necesidades de la “abuela”, como la llama cariñosamente.

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Poco descanso

Las tardes transcurren entre charlas y ver programas de televisión hasta las 5 p. m. cuando Yesenia tiene dos horas libres para salir de la casa. “Luego regreso a las 7 p. m. y estoy con ella en la sala. Ella casi no se mueve de allí, solo para ir al baño”.

A las 9 p. m. hace la cena y acompaña a la señora hasta que quiera ir a dormir, lo que generalmente sucede cerca de la medianoche. En ocasiones, el descanso se interrumpe cuando la “abuela” se enferma, pues requiere atención y cuidado durante toda la madrugada.

“Cuando debo acompañarla al médico, vamos con uno de sus hijos. De resto, viene un enfermero a checarla regularmente”.

Esta rutina de trabajo se repite cada semana desde las 9 p. m. de los domingos y termina a las 9 a. m. de los sábados. Otra cuidadora reemplaza a Yesenia durante el día y medio que tiene libre.

“Es bonito cuidar de alguien”

A pesar de los 60 años de edad que separan a la venezolana de la señora que cuida, su vínculo está fortalecido tras más de dos años juntas.

Entre ellas hay confianza, cariño y respeto. Han compartido cumpleaños, navidades y otras fechas especiales.

“Es bonito cuidar de alguien”, afirma Yesenia, sin embargo, es un trabajo que “agota” toda su energía y por el cual está sacrificando parte de su vida personal.

La venezolana goza de algunos beneficios como vacaciones completas y pago doble en los días feriados, pero, su salario está por debajo del sueldo base.

Mientras espera obtener una mejor posición laboral en el futuro, que, sobre todo, le permita equilibrar su vida personal, Yesenia continúa ofreciendo lo mejor de sí misma en el cuidado de la “abuela” que el destino puso en su camino.

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“Yo la consiento, le hago cosquillas, bailo para entretenerla y nos reímos mucho. Cuando la molesto me dice que me busque un novio para que me entretenga ja, ja, ja”, relata.

Conmemoración

Cada 5 de noviembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras en honor a quienes velan por el bienestar de otras personas que se encuentra en situación de dependencia.

La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) declaró en el año 2014 este día internacional para sensibilizar, concienciar y llamar la atención sobre la labor, muchas veces silenciosa, que día a día realizan millones de personas que cuidan de otras.

Un trabajo muy sacrificado que requiere de personas sensibles y atentas, que ayuden a mejorar la calidad de vida de otros.

Esta labor suele ser desempeñada por mujeres extranjeras, como Yesenia, que llegan a España y a otros países de Europa en búsqueda de refugio.

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