Tomás Páez @tomaspaez @vozdeladiasporaven

Dos asuntos en apariencia desconectados delatan el carácter retrógrado y excluyente del régimen. Uno de ellos es la enésima modificación del marco legal del “modelo comunal”, cuyo propósito es reemplazar al Estado democrático liberal. El otro, el informe presentado por integrantes de una Comisión especial, designada por la Asamblea Nacional con el fin de investigar los crímenes contra los Migrantes Venezolanos en el Extranjero.

El informe de la Comisión, que se ha colado a la prensa, sostiene: “la diáspora es el resultado de un ataque perpetrando con neurociencia, que impulsó a los venezolanos a emigrar. Forma parte de una “guerra de quinta generación” contra Venezuela. Ahora los ataques se hacen por vía no convencional, mediante el uso de guerra difusa, rizomática y sustentada en neurociencia, manipulan las emociones de la población”.

El éxodo es consecuencia de la intromisión hecha con el fin de desestabilizar a la Nación y como herramientas fundamentales se usaron las emociones inducidas: el miedo, la ansiedad y la angustia, como debilitadores mentales, estimulantes de decisiones instintivas, que derivan solamente por el estímulo al cerebro reptiliano o reptil, el cerebro primitivo humano”. Nos advierte que los ciudadanos “fueron mentalmente expulsados de la patria” Sin saberlo, la población fue expuesta a ataques de guerra de quinta generación, por parte de quienes decidieron “controlar neurotransmisores” para generar conductas y acciones.

La Comisión asigna a los medios de comunicación un papel importante y hace responsables a periodistas y editores de estos medios, por las noticias que generaron una percepción negativa de los migrantes venezolanos. Ellos, cuando informan, “descuidan la premisa sobre los contenidos informativos, otorgando un mayor peso a la nacionalidad que al hecho”.  Los medios, además, reflejan a la población migrante de forma negativa y racista. El informe recopila datos de los asesinatos a migrantes, reclutamiento forzado, amenazas, desapariciones forzadas y delitos sexuales.

El argumento de toda la vida, siempre hay otro a quien “culpar”. En la mayor hambruna del siglo pasado, la ocurrida en la China de Mao, éste “culpó” a los gorriones del desastre y provocó la muerte de millones de ellos. En Venezuela las iguanas y ratas han sido “culpadas” por la destrucción del sector eléctrico. Sin duda, las “ratas” ven en estos cables una fuente de alimento, al mismo tiempo delicioso y abundante. De casualidad, el informe no menciona al culpable de turno: las sanciones.

Ni una alusión a los temas de inseguridad, inflación, desempleo, persecución política, debacle económica, destrucción de la industria petrolera y del tejido empresarial o del saqueo propinado a los recursos de la salud, la educación, el agua o el transporte, como instigadores del éxodo. [1] 

Aunque asombra, el hecho de que no se haya hecho referencia alguna a los temas de la crisis, no nos sorprende. En realidad, es consistente con los argumentos medulares, usados previamente por los voceros del régimen al hablar de la diáspora. El pionero, el difunto J.V.Rangel, se atrevió a hacerlo cuando todos los demás eludían el tema migratorio o solo lo hacían de manera despectiva. Aludía a la diáspora con conmiseración, veía a personas engañadas en su buena fe, los consideraba desertores del “paraíso de seguridad y desarrollo económico”, que caían en las garras de la explotación y la xenofobia. En definitiva, unos “tontillos”, embaucados por una prensa diabólica.

Un par de años después el Sr. Arreaza, en 2014, si mal no recuerdo, en la reunión de presidentes iberoamericanos expresaba que lo ocurrido en Venezuela era un “robo de cerebros”. Definía así al éxodo venezolano. El responsable, un tercero, el “asaltante”. Por su parte el Sr. Maduro en 2018, en las Naciones Unidas, sostenía ante los países receptores de la diáspora venezolana, presentes en el encuentro de las Naciones Unidas, que la diáspora era un invento de gobiernos enemigos del socialismo venezolano.

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Hace tan solo un par de semanas el Ministro de Relaciones Exteriores, en su discurso en las N.U. expresó que el éxodo obedecía a la “migración inducida” (instigada), exacerbada con promesas falsas de algunas naciones. Esa migración masiva, ha generado titulares en los medios de los países hegemónicos, estigmatizando y desacreditando a Venezuela”. La inducción y los medios, “siempre otros”, no por casualidad reaparecen en el citado informe de la Comisión.

Su propósito es reescribir la realidad con el fin de yugularla y valerse de sentencias simples, inverosímiles y sin fundamento alguno como una forma de no dar respuesta a una realidad de tanta complejidad. Cabe recordar que la simplificación y la incredulidad ante el fenómeno no pertenece en exclusividad a los voceros y aliados del régimen. Los argumentos esgrimidos niegan, desconocen, minimizan e intentan ridiculizar a más de 7 millones y medio de venezolanos y a sus familiares, muchos de ellos en el país. La diáspora está integrada por “débiles mentales”, fáciles de engañar con ofertas tramposas, lavapocetas (Sr. Maduro dixit) o arma bioterrorista como los definió el Sr. Numa Molina, cura jesuita y periodista[1].

En el ejercicio del gobierno calcan los principios del nazi Carla Schmitt, para quien la esencia de la política es la oposición amigo-enemigo. Consiste en deshumanizar al enemigo, hacer de la crueldad un hábito y crear enemigos a quien odiar. Han intentado establecer un muro mental y legal, el cual escinde a quienes están “dentro” (en la “patria”) de quienes están “fuera” (lejos de la “patria”). Quienes están fuera dejaron de existir, como lo corrobora la ausencia de datos oficiales. Esta forma de concebir la política convierte en cuento para engañar incautos la búsqueda de articulaciones y consensos entre distintos intereses.

Expresión de la pretensión de instalar el antagonismo lo encontramos en el proceso de formulación de leyes y en el “Estado Ausente”, incapaz de conectarse con las realidades, expectativas y potencialidades de su diáspora. Esta situación conduce al desconocimiento de los derechos sociales y políticos y al desaprovechamiento del capital humano, de más de 20% de la población venezolana. 

Los argumentos de los que se valen para estimular la contradicción, son propios del pensamiento político premoderno, pues consideran que las políticas no pueden rebasar las fronteras del Estado-Nación (nacionalismo enfermo de xenofobia). No advierten que la diáspora configura una nueva realidad, una NUEVA GEOGRAFÍA. Encontramos ciudades de otros países cuyo número de ciudadanos venezolanos las coloca entre las 10 primeras ciudades de Venezuela.

La experiencia internacional muestra a un buen número de países implementando estrategias y políticas con el objeto de establecer una estrecha relación con sus diásporas. La India celebra el día de no residente, Nueva Zelanda y Chipre el día de sus expatriados, para Irlanda y Eslovenia la inclusión de sus diásporas ostenta rango Constitucional. El Estado Mexicano creó una matrícula consular que permite el acceso a la salud a sus ciudadanos en los países de acogida. Colombia ha diseñado una novedosa forma de servicios consulares para atender a sus ciudadanos en el mundo.

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La institucionalidad de estos estados, comprende la necesidad y posibilidad de construir nexos con sus diásporas, trascendiendo los estrechos límites territoriales del Estado-Nación (de la Patria). Entienden la necesidad de apoyarse en su diáspora a fin de reforzar el ejercicio de la “diplomacia pública” que adelantan en la esfera política global.

El cambio en la fisonomía del país exige una nueva mirada, una visión de largo plazo, no supeditada a eventos; la defensa de sus derechos no puede estar empañada por el análisis de los beneficios o perjuicios que pueda ocasionar su participación, por ejemplo, en el plano electoral. Para ello es importante abandonar la práctica de culpar a otros de nuestros propios errores, de explicar de una manera reduccionista y simplificadora el inmenso éxodo venezolano.

La diáspora venezolana es consciente de que no puede esperar del régimen el reconocimiento de sus derechos humanos, sociales y políticos y por ese motivo asume que tal defensa recae sobre sus hombros. Con ese fin ha creado sus propias organizaciones, tejido sus propias redes, ha establecido alianzas fundadas en la confianza, con el fin de ejercer sus derechos, mantener la “venezolanidad” y desarrollar proyectos e iniciativas en la Nueva Geografía. Las organizaciones de la diáspora saben que el tema de la Gobernanza es un asunto fundamental para los estados con migrantes.

En el centro de la estrategia está el ser humano, la persona a quien el mapa que todos conocemos no puede contener. Las mejoras e incesantes innovaciones en las tecnologías de la comunicación y el transporte favorecen la participación e integración de la diáspora: desde las facilidades para el envío de remesas, hasta aquellas para realizar inversiones.

Las organizaciones de los venezolanos en la nueva geografía promueven la cultura, mantienen y estrechan lazos. Un ejemplo pionero es el de RCR750.com, que desde hace 6 años es parte de las más diversas iniciativas en radio y televisión; también, los distintos medios escritos y digitales, como el de la Red Global, creados por la diáspora a fin de cultivar las relaciones, la articulación y la integración de los ciudadanos venezolanos en el planeta.

En lugar de culpar a terceros y excluir, las preguntas POLÍTICAS son ¿Cómo estrechar relaciones con la diáspora? ¿Cómo aprovechar ese activo, cuyo compromiso con la reconstrucción del país está fuera de duda? ¿Cómo lograr la inclusión de la diáspora en el marco legal? ¿Cuál es la institucionalidad con la cual conectarse con la diáspora?  ¿De qué manera integrar a la diáspora y reconocer sus derechos y deberes? Es el tipo de preguntas y argumentos que se formularon quienes promovieron, justificaron y crearon la institucionalidad promotora de la Inmigración a principios del siglo XX.

Todavía hay quienes consideran a los derechos humanos y su defensa como una creación del neoliberalismo, de las sociedades democráticas liberales y por ello hacen lo indecible para reemplazarlos por derechos colectivos: la nación, “tenemos patria”, el pueblo o la comuna. Por fortuna, en la convención de los derechos humanos realizada en 1993, se reconoce que los derechos humanos son derechos individuales.

[1] Citado en : https://www.vidanuevadigital.com/2020/07/16/un-sacerdote-jesuita-califica-de-bioterroristas-a-venezolanos-que-retornan-por-trochas-a-causa-del-coronavirus/

1 COMENTARIO

  1. […] Su propósito es reescribir la realidad con el fin de yugularla y valerse de sentencias simples, inverosímiles y sin fundamento alguno como una forma de no dar respuesta a una realidad de tanta complejidad. Cabe recordar que la simplificación y la incredulidad ante el fenómeno no pertenecen en exclusividad a los voceros y aliados del régimen. Los argumentos esgrimidos niegan, desconocen, minimizan e intentan ridiculizar a más de siete millones y medio de venezolanos y a sus familiares, muchos de ellos en el país. La diáspora está integrada por “débiles mentales”, fáciles de engañar con ofertas tramposas, lavapocetas (Maduro dixit) o arma bioterrorista como los definió Numa Molina, cura jesuita y periodista. [1] […]

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