Con dos bolívares se podía comprar un ejemplar de la revista quincenal que salía del taller editorial de José María Herrera Irigoyen, la cual traía consigo un compendio de imágenes y artículos de inmensurable altura.
Era el año 1892, más exactamente el 1º de enero, cuando sale a la venta la primera de un total de 559 ediciones que se extendieron hasta el 1º de abril de 1915. En aquel momento, Manuel Revenga había asumido la responsabilidad de ser el director del proyecto que salía de la imprenta a vapor en un formato ¼ de 32 x 23 cm., según se lee en la reseña hecha por el Museo del Libro Venezolano.
Para entonces, había transcurrido un mes desde que cesó la publicación de “El Zulia Ilustrado”, revista que fue la primera en el país en reproducir imágenes fotográficas y fotograbados. Su mención es importante porque El Cojo Ilustrado pasó a tomar su lugar como vanguardia en este estilo de publicaciones.
José María Herrera Irigoyen, quien administraba la fábrica de cigarrillos “El Cojo”, procuró en todo momento que la imagen predominara, pese, incluso, a que algunas veces no tuviera relación con el texto, menciona Nathalie Bouzaglo en el ensayo Leer con guantes: espectáculos pasionales en El Cojo Ilustrado.
Y si bien lo de “Ilustrado” provenía de la citada revista zuliana, la adopción de “El Cojo”, como también se llamaba la imprenta, obedecía al hecho de que uno de los socios de estas empresas, Manuel Echezuría, era conocido con dicho apodo, según cuenta la reseña dedicada a la revista por la Cámara de Comercio de Caracas.
En sus 40 páginas de papel glasé, tapadas por una portada que tenía una imagen amplia y destacada, se podía leer desde cuentos, poemas, crónicas, hasta ensayos, cuyos contenidos tocaban la actualidad nacional e internacional, el arte, la literatura, la historia, otras diversas ciencias, la moda y la música.
Su línea editorial, amplia y envolvente, logró conseguir que la revista tuviera más de 3.000 suscriptores, tanto dentro como fuera del país, convirtiéndose en un referente elogiado de la época, según refiere la Fundación Arquitectura y ciudad.
Y a pesar de que se cuidó en todo momento de no emitir críticas que pudieran asumirse como amenazas irritantes por los mandatarios de turno, sí mantuvo entre sus líneas textos que persuadían a plantearse maneras distintas de ver y entender la realidad del país, apostando de esta forma más por la discusión profunda y bien cimentada que por la disputa acalorada y efímera.
Durante los 23 años que estuvo en circulación, la Fundación Empresas Polar comenta que la revista tuvo entre sus autores a hombres como Julio Planchart, Rufino Blanco Fombona, Rómulo Gallegos, Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Emilio Coll, Manuel Díaz Rodríguez, César Zumeta, José Gil Fortul, e incluso extranjeros como Rubén Darío y José Martí.
Además, es primordial mencionar, tomando como referencia a lo expuesto por el Museo del Libro Venezolano, a los fotógrafos Henrique Avril y Luis Felipe Toro, quienes con sus fotos engalanaban las páginas.
El final de la impresión de El Cojo Ilustrado, dejó un espacio suntuoso en el mundo editorial venezolano, que al momento no ha podido ser llenado. Autores como Gabriel González, Mario Milanca Guzmán, Martín Romero y José Agustín Catalá, han editado libros donde se rememora, estudia y exalta el legado de esta revista que fue símbolo de vanguardia y calidad en América Latina.