Por Lala Lovera, directora de Comparte Una Vida Colombia

Haber dejado atrás su país, sus familias y todo por lo que habían luchado en la vida, las largas caminatas, el frío, el hambre, la incertidumbre, son nimiedades ahora con la pandemia del Covid-19 para los migrantes venezolanos que se encuentran en Colombia.

“No importa lo que venga, lucharemos y saldremos adelante” fue una de las frases que muchos de los que emprendieron el camino para cruzar las fronteras de Venezuela y llegar a Colombia pudieron haber dicho o haber imaginado. Tal vez. Pero nunca pensaron encontrarse de este lado de la frontera con un enemigo que los doblegaría casi del todo: el Covid-19.

Ninguno pensó encontrar nada como la pandemia del Covid-19. Cuando hablo de esto, me refiero a los migrantes venezolanos que son el grupo poblacional que atendemos desde la Fundación Comparte Por Una Vida , (CPUV) y que es el que ahora 1 ocupa el 100% de nuestra atención en medio de la crisis del Covid-19.

Se dice desde muchas fuentes, ninguna certera infortunadamente, que en Colombia los migrantes venezolanos que han llegado en medio de la crisis migratoria sobrepasan los dos millones de personas. Desde la fundación CPUV hemos querido poner el acento en la diferenciación y la segmentación de esta población migrante, porque si bien todos son migrantes, no todos requieren el mismo tipo de ayuda o de asistencia.

Hay muchos migrantes venezolanos que llegaron a Colombia disfrutando de una estabilidad y con un desarrollo profesional de primera categoría. Sin duda son ellos los primeros que noshan apoyado y los primeros en levantar la voz y extender sus manos cuando se trata de asistir a sus compatriotas recién llegados que así lo requieren. A nosotros en la CPUV nos interesan aquellos que están en condiciones difíciles.

Desde el ámbito internacional, se comienzan a levantar reclamos en el sentido que exponemos hoy. A nivel general, se vio un pronunciamiento temprano de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas en el que se clama por la atención a la población migrante y refugiada . En el 2 caso México – Estados Unidos, ya se plantean posturas que reclaman una posición responsable, frente a los migrantes que “se encuentran en un limbo peligroso y su vulnerabilidad aumenta con la expansión de la pandemia del Covid-19”.

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Las voces en alto reclamando una redefinición de la crisis migratoria que incluya el tema de COVID-19, provienen de todos los sectores y en Colombia la Fundación Comparte Por Una Vida, (Colombia) ha decidido tomar el liderazgo por esa población y ser su vocera.

Para el caso colombiano, preocupan tres situaciones en concreto con los segmentos de la población migrante proveniente de Venezuela: atención de necesidades específicas, nuevas rutas para canalizar la ayuda y poca visibilidad de algunos segmentos poblacionales.

Atención a necesidades específicas

Cada uno de los segmentos de población migrante, tiene necesidades concretas y específicas, que no necesariamente comparten con los demás migrantes. Por ejemplo, el caso de la población infantil en frontera, tiene necesidades de atención básica de salud, pero también es de vital importancia la nutrición, pues es la que definirá en gran medida el desarrollo físico y mental de esa población en el futuro. También es inminente la necesidad de cubrir con planes de prevención y manejo de la salud mental de esta población infantil. Estos dos ejemplos, hacen parte del día a día de nuestra fundación CPUV en Villa del Rosario (Norte de Santander). Ahora bien, estos menores son hoy por hoy también un grupo poblacional de alto riesgo para el COVID-19. Los planes de manejo y prevención han sido implementados en Villa del Rosario y
actualmente funcionan exitosamente.

Pero si comparamos lo que hemos logrado en el manejo de la población infantil en frontera con la población infantil migrante en general (y en la población infantil afectada por el éxodo) en situación de calle, entenderemos que sus necesidades actualmente en la pandemia del COVID-19 son diferentes pero en los dos casos apremiantes.

Según lo que manifiesta la Coordinadora Médica de MSF, Dra. Isabel Beltrán, se hace imposible la implementación de medidas de aislamiento social (por ejemplo) con poblaciones en las que toda una familia debe dormir en la misma tienda o en la misma habitación.

Nuevas rutas para canalizar la ayuda

En la actualidad, hay muchas organizaciones que han creado rutas para la canalizar la ayuda que llega a la población migrante venezolana. Pero en momentos de premura como los que plantea el COVID-19, es necesario el trabajo interinstitucional para lograr tener eficacia. Debemos encontrar rutas comunes con organizaciones que atienden otro tipo de poblaciones en las que se encuentren incluidos los migrantes: Población de Tercera Edad, Población LGBTI, Población Juvenil, Población con Necesidades Especiales, población carcelaria, población VIH positivo, por citar algunas.

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Lograr identificar nuevas rutas de atención y asistencia soportados en el tejido de organizaciones sociales en Colombia se hace hoy imperativo.

Poca visibilidad de algunos segmentos

La problemática de los migrantes se ha tratado como si fuera un solo grupo homogéneo y desconociendo los grupos poblacionales receptores. Es allí, en ese punto en donde se encuentran los recién llegados y los receptores, en donde se deben detectar las problemáticas nuevas y menos tratadas. Se puede pensar que se trata solo del posible fenómeno de xenofobia, es una tragedia y una vergüenza en sí mismo, pero que no es lo único que les ocurre a los que llegan o a los que reciben a los migrantes. Se trata de sistemas públicos que antes del arribo de los migrantes ya estaban colapsados; se trata de condiciones particulares de los grupos poblacionales que no desaparecieron con la migración sino que muy probablemente se exacerbaron. Se trata de que hoy, la realidad de los migrantes, difícil y compleja, se suma a las realidades de los grupos receptores que no siempre son las mejores. Población LGBTI, Trabajadoras sexuales, Población con discapacidad cognitivas, para no extender la lista, son poblaciones que están pasando bajo radar y que requieren de acciones prontas para poder prevenir una problemática más compleja, más costosa y más demorada de resolver.

Por eso, nuestro trabajo en estos días de COVID-19 se ha enfocado en comenzar a revelar y hacer visibles por la sociedad, por el gobierno, por los organismos internacionales y por la población en general, a los migrantes con su complejidad y con su particularidad. Porque el problema migratorio dejó de ser hace mucho tiempo, un problema de las fronteras y comenzó a ser un tema de la realidad nacional, de los países receptores de esas migraciones. Queremos abrir la conversación. Queremos alertar. Pero sobre todo, queremos con pasos pequeños pero firmes, avanzar en la dirección que nos proponen las experiencias internacionales y el trabajo disciplinado y profesional de nuestros colaboradores.

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