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Por Frontera Viva

El trabajo de la tierra para su posterior cosecha suele ser una labor enraizada en el corazón de una familia, convirtiéndose en legados capaces de viajar por generaciones al encontrarse arraigados en las tradiciones del hogar. Quienes se dedican a la agricultura desarrollan un profundo sentido de identidad; hoy la esencia de su vida es arrebatada por la escasez de gasoil en uno de los países más ricos en fuentes petróleo.

Protestas, denuncias, colas, noticias nacionales e internacionales dimensionan la realidad que sacude a la producción agrícola venezolana, la misma que había alcanzado niveles técnicos avanzados y ahora parece volver en el tiempo al uso de yuntas de animales para arar el suelo y el empleo de bestias de carga a fin de recolectar los productos del campo y poder comercializarlos.

Los productores agrícolas merideños José Alfonso Morales y Luis Eduardo Basto explicaron a Frontera Viva las vicisitudes a enfrentar en el campo de trabajo ante la desaparición del gasoil en Venezuela.

La falta de combustible es solo la punta del iceberg, pues subyacen diversas dificultades que han provocado la disminución en un 80% de la producción agrícola en Venezuela, de acuerdo a Aquiles Hopkins, presidente de Fedeagro. Al sector también lo aquejan la carencia de insumos agrícolas, la hiperinflación y la migración de mano de obra calificada.

El primer golpe asestado contra el agro venezolano fue la expropiación de Agroisleña en 2010 durante la presidencia de Hugo Chávez, era una empresa privada dedicada al amparo de los trabajadores del campo. Con su intervención el apoyo dejó de existir: la renombrada Agropatria solo trajo ruina, los beneficios y créditos quedaron en la memoria de los padres, sus hijos no alcanzaron a aprovecharlos.

Cortesía: José Alfonso Morales

De hecho, ha transcurrido más de una década desde que los trabajadores dejaron de laborar en condiciones favorables. Con la perdida de Agroisleña, desapareció la libertad de los agricultores sobre qué, cuánto y cómo producir.

La crudeza de la crisis varía según la región y el tipo de cosecha. Para los productores de Táchira, Mérida y Trujillo, la escasez de gasoil empieza al afectar la cadena de producción en la fase de cosecha, donde es necesario el uso de tractores para el acopio de los cultivos distribuidos entre 30 y 40 hectáreas.

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Ante esto, la obtención de combustible consiste en recurrir a los denominados “bachaqueros”, quienes mantienen un negocio basado en el contrabando de gasoil y su venta a precios indiscriminados, llegando a exigir uno o dos dólares por litro; luego de ser un hidrocarburo subsidiado en el país caribeño.

Quizás un dólar parezca poco dinero, no obstante, la cifra asciende a valores alarmantes cuando se precisan, al menos, 100 litros de gasoil solo en la etapa de siembra. Los operarios de tractores, contratados para esta etapa del proceso, se suman también a la compra del combustible en el mercado negro.

La escasez de gasoil dispara los costos de producción. El préstamo de la máquina cuesta 15 dólares la hora, un servicio indispensable para los agricultores en la fase de preparación del terreno. Empleando un par de bueyes cuya labor también está valorada entre 15 y 20 dólares por día, dilata la faena porque conlleva un día entero, mientras que con el tractor apenas unas horas.

Cortesía: José Alfonso Morales

Los agricultores de los andes precisan del gasoil en tres momentos del proceso productivo -arado, cosecha y traslado-, pero los trabajadores del campo en el llano venezolano ameritan del combustible en cada una de las etapas.

El productor José Alfonso Morales explicó que, solamente la siembra y la cosecha demandan cerca de mil litros de combustible, pero solo están consiguiendo 800. La necesidad de contar con el hidrocarburo parte de la utilización de maquinas sembradoras, cosechadoras y de motobombas de riego para el cuidado de los cultivos en fincas de hasta 200 hectáreas.

Por la imposibilidad de adquirir la cantidad de gasoil suficiente en la recolección de los alimentos, agricultores del llano perdieron grandes cantidades de frijol chino y cerca de 20 mil toneladas de caña de azúcar.

A la par de los daños en las cosechas, se encuentra el riesgo en el inicio del proceso de siembra más importante del país, el ciclo de invierno, una temporada de la que se obtienen, entre otros rubros, arroz y maíz. El presidente de Fedeagro estima que para este ciclo serán necesarios dos millones de litros de gasoil.

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Una mesa vacía

Empobrecida podría resultar la alacena de los venezolanos como consecuencia del contexto antes planteado. De no solventarse la crisis, advierte Luis Eduardo Basto, se producirá menos, así la seguridad alimentaria en Venezuela peligraría, pues la oferta de productos derivados del campo mermaría hasta desaparecer.

Otro inconveniente capaz de incidir de forma directa en el abastecimiento de la canasta venezolana es el trasporte de los alimentos a su destino final, teniendo en cuenta que los responsables de su movilización a las ciudades también están expuestos a la reventa del combustible y a las extorsiones en las alcabalas o puntos de control de los organismos de seguridad, en toda Venezuela.

Cortesía: José Alfonso Morales

El efecto domino sufrido por el sector agrícola comienza con la crisis del gasoil y golpea a los trabajadores del campo, después atina al proceso de producción al limitar sus capacidades, luego se desploman las cosechas y las mismas sacuden las ventas.

En un intento por continuar de pie, los agricultores sortean gastos nuevos e imprevistos en moneda extranjera, cuando sus ingresos son en bolívares, que elevan los precios de los productos y representan un azote sobre la capacidad de compra de los consumidores.

Un pronóstico oscuro

Actualmente, Venezuela estaría produciendo cerca del 25% y 35% de la demanda interna de gasoil, de acuerdo con Rafael Quiroz, economista petrolero. Esto equivaldría a la generación diaria de entre 325.000 y 390.000 barriles de combustible, con tendencia a empeorar si el régimen de Nicolás Maduro no logra la importación del hidrocarburo.

A esta realidad se suma el envío de diésel a otros países, como Cuba, aliados al régimen venezolano, que diezman el ya mermado suministro del combustible, según refirió el productor José Alfonso Morales. Entre las probables alternativas fue sugerida la compra de gasoil en Colombia, pero la transacción iba ser manejada a discreción por el gobierno y por tal razón los agricultores desistieron de la iniciativa.

Cortesía: José Alfonso Morales.

Una posible solución implica priorizar la administración de gasoil al sector agrícola, así como también de gasolina, el primero para reactivar la producción y el segundo necesario para la movilización de los trabajadores del campo a sus unidades de procesamiento. Más el alivio para la actual crisis está en el establecimiento de una economía basada en el libre mercado de insumos y semillas, concluyó el agricultor, Luis Eduardo Basto.

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