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Humberto González Briceño @humbertotweets

La cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición ha existido desde 1999. Esta relación política y financiera ha tenido encuentros, desencuentros, acuerdos y desacuerdos. Pero lo esencial es que con sus altibajos ha existido desde el principio una simbiosis donde la falsa oposición ha sido extremadamente útil en lo funcional e instrumental para el sostenimiento del régimen chavista.

Eventos que, aislados, no tienen una explicación racional adquieren un dramático significado cuando se les pone en el contexto de esa relación que con sus desavenencias siempre ha regulado las conexiones entre chavismo y falsa oposición. No solo son las adjudicaciones a operadores de la falsa oposición de cargos en la nomenclatura del estado chavista y sus instituciones. También habría que incluir la persecución y encarcelamiento selectivo a unos supuestos opositores y no a otros, las espectaculares “fugas” que parecen liberaciones negociadas, y las inmunidades que persiguen a unos dirigentes cuando libremente recorren el país, privilegio que le está negado a cualquier otro venezolano que de verdad represente un peligro para el régimen. Los negocios y arreglos dinerarios que les permiten a los falsos opositores recursos del estado chavista para financiar sus campañas merecen un capítulo aparte que escapa al propósito de este artículo.

Esta cohabitación que siempre ha existido de hecho entra, a partir de las negociaciones en México, en una etapa jurídico-formal mediante un acuerdo con arreglo a la legalidad del régimen político chavista y con acompañamiento internacional.

Se ha llegado a este punto por la  falta de voluntad de la falsa oposición para sacar del poder al chavismo y en mayor medida por el agotamiento de los Estados Unidos que sin tener una estrategia definida frente al chavismo se ve embarcado en una política de desgaste con el reconocimiento, simbólico desde el punto de vista geopolítico, al interinato de Juan Guaidó mientras el chavismo aumenta su poder en Venezuela y su influencia en la región. Fueron precisamente los Estados Unidos quienes le pusieron término al interinato de Guaidó antes de finales de año. Esto fue lo que le movió el piso a la falsa oposición y precipitó unas negociaciones desesperadas por las cuales el chavismo no solo ha expresado desinterés sino que además ha despreciado públicamente.

Estas negociaciones que no son esenciales para que el chavismo se mantenga en el poder son asumidas por el régimen como parte de una estrategia para ampliar y consolidar su poder interno. Por el contrario, la falsa oposición necesita desesperadamente formalizar la cohabitación porque resulta esencial para su supervivencia. Es del mayor interés examinar los elementos de este nuevo acuerdo titulado “Memorando de Entendimiento” porque se trata del nuevo marco jurídico-político que regulará las relaciones entre el chavismo y la falsa oposición en su nueva etapa.

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Cese de la Asamblea del 2015 y del interinato. Resulta irónico que la prédica vacía e inútil de “cese de la usurpación” haya terminado justamente con el cese en sus funciones de la Asamblea Nacional de 2015 y del interinato de Juan Guaidó. Lo primero que salta a la vista en el referido documento son las alusiones reiteradas al gobierno y estado chavista teniendo como su contraparte a una advenediza Plataforma Unitaria de Venezuela que carece de legitimidad y representación. Al no ser actores en la negociación ni firmantes del documento la falsa oposición desmantelo a su propia Asamblea Nacional y a su gobierno interino. Sin duda un logro para el régimen.

Reconocimiento al estado chavista. Como consecuencia de lo anterior el documento no ahorra espacio a la hora de redundar en el apoyo de las partes al estado y la constitución chavista de 1999. Lo medular para el chavismo en cualquier negociación siempre será arrancarle a su contraparte un reconocimiento público y expreso a la legalidad de su régimen político y sus reglas de juego porque ellos entienden que de eso depende TODO. Y eso ya lo han logrado. Los términos del memorando no dejan margen a duda.

Formalizar la cohabitación. Como quedó explicado en la introducción de este artículo el apareamiento político entre el chavismo y la falsa oposición ya venía operando de hecho desde hace bastante tiempo. Pero esta nueva etapa requiere otorgarle a la cohabitación rango de política de estado. Las palabras escogidas para disimular la conchupancia entre el chavismo y la falsa oposición son convivencia, inclusión y tolerancia. Todos agarraditos de las manos con los verdugos, los saqueadores y los vendepatrias para “construir una visión de un futuro conjunto”. ¿Quién podría estar en contra de esto?

Elecciones según la Constitución chavista de 1999. Sabemos que la falsa oposición hace tiempo decidió participar en las elecciones del 21 de noviembre. Pero para mitigar el costo político de la maniobra y sobrevivir al rechazo popular tiene que hacerlo con la apariencia de haberle arrancado algo, lo que sea, al chavismo. Este algo serían las mentadas condiciones electorales y el cronograma de elecciones. El documento aborda el asunto en términos de apoyar la celebración de “los procesos electorales consagrados en la Constitución.” Con base a este acuerdo se puede pronosticar con alto grado de certeza que no habrá adelanto de elecciones presidenciales ni referéndum revocatorio, como tantas veces lo ha planteado la falsa oposición. Las condiciones electorales son las que ya fueron establecidas con la designación del nuevo Consejo Nacional Electoral y el cronograma es el que actualmente está en ejecución. Las reglas del juego político y electoral son las que ya están y no van a cambiar.

Sanciones internacionales y activos. Tema clave, pero no indispensable para el régimen chavista. El gobierno de los EEUU que ha sido el principal promotor de sanciones contra el estado chavista también ha dicho que las sanciones no pueden ser eternas. De hecho ya está operando una flexibilización de estas sanciones como antesala a su inminente levantamiento. La permisividad -¿blandenguería?- de los EEUU  le ha facilitado al chavismo continuar con buena parte de sus transacciones internacionales, a pesar de las sanciones. Esto ocurre no en virtud de las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición sino en atención a intereses propios del estado norteamericano y su afán por liquidar el tema Venezuela antes de finales de año. Las referencias a las sanciones y los activos en el documento son retóricas porque no dependen de lo que diga la falsa oposición. Además con el ablandamiento de los EEUU y el apoyo de Rusia, China e Irán el régimen chavista podrá sobrevivir a estas y otras sanciones similares.

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Violencia política. Anticipando inevitables crisis en las fuerzas armadas el chavismo tiene que asegurarse que estos eventos no tendrán eco ni coordinación alguna con elementos políticos. Para ello es fundamental lograr fidelidad perruna a la constitución chavista de 1999, único marco dentro del cual el chavismo podría permitirse una oposición eterna. Para evitar situaciones como la del 30 de abril del 2019 el chavismo tiene que identificar y aislar a factores descontentos en sus propias fuerzas armadas. Para lograrlo necesita la cooperación de la falsa oposición.

¿Memorando o acuerdo definitivo? Desde un primer momento pareciera que lo que se está transando entre el chavismo y la falsa oposición son concesiones mutuas que ya están operando en la práctica, pero que requieren de un marco mediático que permita hacer de la negociación un producto potable para los seguidores de ambos bandos. Para esto es vital dar la apariencia de lucha y contención en unas negociaciones que el propio documento califica sin rubor de “intensas”, aunque no lo sean porque todo parece ya estar previamente acordado y otorgado. La campaña mediática que ha rodeado la firma del memorando hace pensar que se trata del inicio de una serie de eventos y documentos de los cuales solo este sería la primera de varias entregas. Pero los tiempos que las partes mismas se han impuesto para negociar solo parecen confirmar que estamos frente a la versión definitiva de un acuerdo que recoge los mecanismos básicos para la cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición y al cual solo le haría falta un circo que le aplauda.

Y de eso se trata. De crear, en las próximas semanas, una audiencia complaciente que avale esta nueva etapa de la cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición.

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