Durante este complicado año los migrantes venezolanos continuaron expandiendo las tradiciones navideñas en cada rincón del mundo. Desde Ecuador hasta China, la hallaca se hizo y se compartió en cualquier lugar donde habita un connacional, ratificándose como símbolo de la idiosincrasia criolla.
José Capacho
La hallaca representa nostalgia para los más de 5,4 millones de venezolanos que se encuentran fuera de sus fronteras y pasan las festividades de año nuevo lejos de sus familias. El sabor del plato navideño logra trasladarlos a los recuerdos más felices de su vida en Venezuela.
Más allá del sabor o el olor, la hallaca venezolana representa un sello de amor y unión familiar; padres y abuelos se encargan de enseñar a los más pequeños para que continúen con una tradición que se ha perpetuado desde el siglo XVIII.

El escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, definía la hallaca como una representación del mestizaje, “en ella están: la pasa y la aceituna de romanos y griegos, la alcaparra y la almendra de los árabes, la carne del ganado de los capitanes pobladores de Castilla, el maíz y la hoja del bananero de los indios”.
En cada región venezolana se preparan de forma distinta, pero en esencia es el mismo plato el que acompaña a los venezolanos durante todo el mes de diciembre. Una hallaca es comparable a la alegría de los niños por los regalos de navidad o a la melancolía por el año que finaliza.
La hallaca venezolana en Ecuador
Como en muchas partes del mundo, venezolanos en Ecuador siguieron la tradición criolla y vendieron deliciosas hallacas hechas con la mejor disposición.
Emiber Martínez es una venezolana, nacida en Caracas, pero reside desde hace dos años en Ecuador. Este 2020 decidió realizar hallacas para vender y, para su fortuna, las vendió todas.
“Desde que vendí la primera me faltó hallacas para vender. A los ecuatorianos les encanta las hallacas navideñas y más con un toque picoso que yo les coloco”
Para la caraqueña, la hallaca venezolana se diferencia del tamal ecuatoriano porque lleva más ingredientes y, además, se les pone más amor.
“El sabor es muy delicioso, las uvas pasas y el pimiento le dan muy buen gusto. A mi familia le gustan”, contó a Frontera Viva, Jazmín Aguilar, una ecuatoriana que disfruta de la sazón criolla.
Pese a que en Ecuador es complicado conseguir las hojas de plátano para la envoltura del plato navideño, los demás ingredientes son más fáciles de encontrar y accesibles para el bolsillo, señaló Martínez.
Año nuevo lejos de casa
Despedir el año que finaliza y recibir el año nuevo lejos de casa es un pesar que viven los migrantes y refugiados venezolanos en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, es un sacrificio que hacen por el bienestar de sus familias.
“Pasar lejos de Venezuela es algo demasiado triste, pero desde aquí podemos lograr que cada uno allá tenga una hallaquita en la mesa y que cada niño de nuestra familia reciba al menos un regalito”,
dijo Xiomara Villada, una venezolana de 28 años que tiene cuatro años viviendo en Machala, Ecuador.
Villada es oriunda de San Cristóbal, capital del estado Táchira, fronterizo con Colombia. Para ella las mejores hallacas son las gochas, conocidas por cocinarse con el guiso crudo. Al igual que Martínez, ella también realizó hallacas para vender y no le sobró ni una.
Xiomara Villada realizando las hallacas
Asimismo contó que las celebraciones de fin de año de los ecuatorianos distan mucho de las tradiciones venezolanas:
“A diferencia de como los venezolanos celebramos el año nuevo, aquí es algo muy común. La gente no se da el abrazo en familia, no están preparados a las cinco para las doce para despedir el año. Aquí el ambiente lo ponemos nosotros los venezolanos”, explica la tachirense.
Nuestros hermanos venezolanos en Ecuador son conocidos por su unión en esta época del año y por su algarabía al disfrutar la música. Son más alegres y acostumbran a comer en familia.
“Los venezolanos viven más el ambiente de la navidad y son más alegres con su música. Pasan más en familia. Siempre dicen que venezolano que no come hallaca no es venezolano”,
manifestó Gustavo Lam, un ecuatoriano que también degustó el plato navideño.
El mayor deseo de Martínez y Villada, las dos venezolanas que vendieron hallacas en Ecuador, es la libertad de Venezuela y la sanidad de todo el mundo. Ellas, como millones de connacionales, ansían reencontrarse con sus seres queridos y disfrutar las festividades navideñas juntos.
Hallacas en Chile
Las redes sociales también sirvieron como plataforma para vender los platos navideños venezolanos. En Santiago de Chile, Andrés Rondón, Rubén Ramírez y Yoli “la señora de las hallacas” extendieron la tradición criolla al sur del continente.
A través de una cuña navideña, con la participación de la excelentísima Maite Delgado, Andrés, Rubén y Yoli publicitaron sus hallacas y el pan de jamón que empezaron a vender desde el 1 de noviembre.
En las respectivas cuentas de Instagram @frituritascrunch y @mipandejamonfeliz ofrecieron información sobre los lugares donde estuvieron vendiendo y la entrega de pedidos a domicilio.
“Esta noche buena llegamos a 97 hogares y repartimos más de 800 hallacas en todo Santiago”, escribieron el 25 de diciembre en la cuenta de Frituritas Crunch.




La venta fue tan prospera que, desde el 18 de diciembre, los panes de jamón ya estaban apartados hasta el día de navidad.
“Me deja un sabor agridulce anunciar esto, estoy muy feliz y emocionado de saber que tengo cuatro fechas agotadas de pan de jamón, pero, por otro lado, son muchas las personas que quedaron sin cupo. Prometo que poco a poco este equipo irá creciendo, para poder ofrecer mi pancito feliz a todo el mundo”, indicó Rubén en la cuenta de Mi Pan de Jamón Feliz.
Las hallacas hasta en China
Un grupo de venezolanos en Macao, conocida como Las Vegas de China, se reunieron para realizar las hallacas este diciembre. Aunque en el país asiático la navidad no es una festividad propia, la llegada de extranjeros ha impulsado la celebración en la ciudad.
Johana Velazco es parte de los venezolanos que residen en Macao. Ella vive en la ciudad desde febrero de este año y se dedica a estudiar mandarín. Para continuar con la tradición navideña se reunió con sus amigos para la elaboración de las hallacas.




“Como nadie tiene ollas de tamaño gigante, porque acá vives con todo lo mínimo, cada quién cocinó sus diez hallacas, de ollita en ollita. Yo las he ido rindiendo. Aún me quedan 4”, explicó Vanessa Pachano, otra de las venezolanas que hace parte del grupo en Macao.
Los venezolanos en el mundo son una muestra de que la idiosincrasia criolla no se pierde al migrar, sino se enaltece y se enriquece frente a otras culturas. Desde Frontera Viva extendemos un abrazo a los paisanos que transmiten con orgullo las tradiciones navideñas en cualquier rincón del planeta, para todos ellos, nuestro respaldo y feliz año.