El suicidio se convirtió en la ‘válvula de escape’ de muchos venezolanos

El suicidio se convirtió en la ‘válvula de escape’ de muchos venezolanos

Corría el año 2017 y las noticias publicadas en medios venezolanos apuntaban a un aparente incremento de suicidios en el país. No había forma sencilla de comprobarlo, pues las estadísticas en esa materia se encuentran desactualizadas desde el 2014.

El aparente incremento de muertes autoinfligidas que percibieron los investigadores del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) marcó el inicio de una rigurosa indagación sobre el estado de dicha problemática en el país.

Tras la aplicación de procedimientos estadísticos, los primeros informes del OVV revelaron que 2.648 venezolanos se suicidaron en el 2017 y otros 2.889 hicieron lo mismo en el 2018. Las cifras no solo comprobaron el incremento de los suicidios en Venezuela, también marcaron repuntes históricos en los últimos 80 años.

Nunca se habían suicidado tantas personas en el país como lo registrado entre el 2017 y 2018.

El incremento de suicidios empezó en el 2015, tras el inicio de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela. ¿Acaso estas situaciones están vinculadas? El estudio del OVV apunta que sí: la crisis incide en el aumento de violencia autoinfligida en el país.

Los problemas derivados de la emergencia, como la desnutrición, el incremento de la pobreza, el subempleo, el deterioro de la salud pública y la migración forzada, pueden detonar pensamientos negativos y conducir a un venezolano al suicidio.

“Es probable que la frecuencia de muertes autoinfligidas aumente ante la realidad que vive la sociedad venezolana en la actualidad, puesto que los problemas mentales, el sufrimiento emocional intenso y la desesperanza son comunes en las crisis humanitarias, y estos problemas pueden llevar al suicidio o a la autolesión”, sentencia el OVV.

La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) enlista otras razones que los investigadores consideran detonantes de pensamientos suicidas, como: la inseguridad alimentaria, el aumento de la inflación, la pérdida del poder adquisitivo, el deterioro de las condiciones laborales, la inseguridad ciudadana y la deficiencia de los servicios básicos.

Al ser el suicidio un fenómeno multifactorial, es decir, que detrás de cada persona se presentan diferentes factores de riesgo, la combinación de algunos de los problemas anteriormente mencionados despliega un terreno peligroso para los venezolanos.

La balanza se inclina a la adultez

La tasa de suicidios en Venezuela muestra un incremento en personas mayores de 40 años, destaca el informe del OVV.

Esta tendencia podría guardar relación con la migración.

Mientras la mayoría de jóvenes busca iniciar su plan de vida en otros países del mundo, los adultos de mediana edad (40 a 64 años) y los adultos mayores (65 años en adelante) no suelen emigrar “porque no es fácil desprenderse de la estabilidad que han logrado”.

Al permanecer en el país, los adultos venezolanos deben enfrentar múltiples problemas que, según la incidencia, pueden provocar ansiedad y depresión, factores que incrementan las probabilidades de que una persona atente contra su vida.

“Las personas adultas y adultas mayores son las que, en su mayoría, quedan expuestos/as y vulnerables ante la crisis profunda que sufre el país. Esto aumenta las probabilidades de que tales poblaciones padezcan de trastornos de depresión y ansiedad, que las invada la desesperanza, y que las embarguen pensamientos negativos por no ver una salida a corto plazo de la crisis”.

Cuando pierden el control sobre sus condiciones de vida, los adultos se sumergen en sentimientos como la frustración y la indignación, que podrían conducirlos a tomar decisiones irreversibles.

Últimos dos años

El OVV registró una disminución de suicidios en Venezuela durante los últimos dos años, contabilizando 1.150 en el 2020 y 1.164 en el 2021. Sin embargo, los investigadores advierten que la cifra podría ser mayor, pues el descenso coincide con el incremento de las Muertes de intención no determinada (MIND), aquellas cuya intencionalidad se desconoce, por lo cual no pueden clasificarse bajo alguna causa aparente.

En el año 2020 se registraron 3.507 MIND y en el 2021 ascendieron a 4.003. Estas muertes ocultan homicidios, accidentes y suicidios, lo que genera un subregistro en tales estadísticas.

Ante la disminución de homicidios en Venezuela desde el año 2017, el OVV sugiere que el incremento de las MIND guarda relación con el aumento de suicidios en el país.

“Dentro de esa globalidad de muertes seguramente existe un porcentaje que se corresponde con muertes por suicidio, y por qué no también suponer, que ese aumento de las muertes en averiguación obedece al incremento de casos de suicidios en detrimento de los homicidios que vienen cayendo en número desde 2017”.

Combinación peligrosa

En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que la pandemia de covid-19 podría exacerbar los factores de riesgo de suicidio, siendo el distanciamiento social uno de los mayores disparadores de pensamientos negativos.

El OVV considera probable que el confinamiento junto a la emergencia humanitaria compleja, potenciaron pensamientos que llevaron a algunos venezolanos a quitarse la vida.

Ahora, tras dos años de pandemia, en Venezuela se siguen sintiendo sus efectos y persiste la emergencia humanitaria compleja “con todas las tensiones conexas y derivadas de esa combinación, lo que complica aún más el panorama”.

La crisis convirtió al suicidio en una “válvula de escape” para muchos venezolanos que viven bajo la incertidumbre de un presente inestable y un futuro desesperanzador.

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