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Prensa Frontera Viva

La compleja crisis humanitaria que afecta a los venezolanos ha llevado a la desesperación a cientos de hogares que no tienen cómo garantizar los alimentos básicos de los miembros de la familia.

Claro está que la desnutrición afecta a todos sin importar edad o sexo, sin embargo, los niños son los que lideran los índices de inseguridad alimentaria en el país.

En exclusiva para Frontera Viva la nutricionista y asesora nutricional de Cáritas Venezuela, Susana Rafalli hizo un análisis sobre cómo el covid-19, ha empeorado la situación nutricional en la población más vulnerable.

Un problema sin retorno

Lo que ha sucedido en Venezuela, en palabras de Rafalli, es el deterioro de la posibilidad que tienen los hogares de mantener una alimentación adecuada en calidad y cantidad. El difícil acceso a la movilidad y las restricciones, generadas por la pandemia, provocó que muchos hogares perdieran el acceso a los trabajos informales y, en muchos casos, a las remesas familiares que recibía desde otros países.

La nutricionista destaca también que los primeros meses de la pandemia se observó una caída en el acceso a la comida que deterioró la alimentación en los hogares pobres, además el encierro y las restricciones del libre comercio promovió una alimentación monótona, muy procesada con pocos alimentos frescos.

Sumado a esto, la canasta alimentaria se ubica en 230 dólares equivalentes a más de 130 salarios mínimos venezolanos en un país donde el índice de pobreza se encuentra en 94 % según la Encuesta de Condiciones de Vida 2021 (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello.

El cierre de las escuelas y con ella la pérdida de los programas de alimentación escolar también influyó en la desmejora de la alimentación de los más pequeños.

Una enfermedad familiar

La desnutrición es un estado patológico causado por un déficit de alimentos y nutrientes en el cuerpo, según fuentes médicas.

Esta condición afecta a adultos y niños, pero estos últimos, son los más vulnerables debido a que “la infancia es un momento de la vida en que no hay reservas suficientes para aguantar” un estado de salud de esta magnitud porque “las reservas que hay compiten con las necesidades de crecimiento, es más fácil morirse por desnutrición cuando eres niño que cuando eres adulto”, afirma Rafalli.

Sin embargo, esto no significa que los adulos estén exentos de morir por desnutrición, según comenta la especialista, cuando se presenta un niño desnutrido, generalmente los demás miembros de la familia están en la misma condición.

“Si en una familia hay un niño desnutrido y todos los demás están sanos ese niño está enfermo o no lo están cuidando por alguna razón, la desnutrición es una enfermedad familiar cuando es por privación nutricional”.

Rafalli también recordó que muchos de estos niños presentarán secuelas a lo largo de su vida, a pesar de recuperarse y llevar una vida basada en la buena alimentación.

“Cuando los niños sufren de desnutrición en sus dos primeros años de vida de ahí no hay regreso”. Esto se debe a que “son los años en que se terminan de formar el sistema nervioso, en el que se termina de hacer las conexiones y que se desarrolla las habilidades cognitivas, la motricidad, pero especialmente los patrones afectivos, un niño con desnutrición y hambre durante los dos primeros años de vida crece con un gran rezago cognitivo, aunque no se le note va a redundar en una infancia o adultez muy insegura”.

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En cuanto a los pequeños que sufren esta enfermedad en edades superiores a los dos años, suelen crecer con muy poca posibilidad de defenderse adecuadamente a las enfermedades prevalentes en la infancia, por lo tanto, van a ser más vulnerables a enfermarse o morir, en la adultez van a ser más propensos a tener enfermedades cardiovasculares y si es una niña es seguro que en su vida adulta va a tener un 60 % más de posibilidades de concebir y dar a luz a un niño con desnutrición, advirtió.

Imagen cortesía de Cáritas

Dos tipos de desnutrición

En Venezuela se han identificado dos tipos de desnutrición, la primera está basada en el hambre por falta del consumo de alimentos o porque se alimentan de raciones muy pequeñas privando a los niños de energía y de los nutrientes necesarios para el desarrollo. Estos niños se notan bajos de peso, con enfermedades y rasgos característicos de la malnutrición.

En cambio, la desnutrición del mal comer, se encuentra en niños que no pasan hambre y que tampoco están bajos de peso.

“Niño que no baja de peso, que come, que no pasa hambre, pero que tiene una alimentación completamente monótona, generalmente basada en almidones, plátano, papa, yuca y quizás algunos granos, pero son niños que pasan su infancia sin comer un pedazo de carne, tomar leche y sin comer huevos”.

De acuerdo a la especialista, estos pequeños no tienden a morir de delgadez, pero sí dejan de crecer apropiadamente.

“Ese tipo de desnutrición puede hacer que el niño no muera en el corto plazo, pero le resta un montón de vida y potencial a su futuro”.

La organización Caritas ha publicado una serie de boletines en los cuales actualizan las cifras de desnutrición infantil. Según estos datos la desnutrición aguda afecta al 10 u 12 % de las parroquias más pobres del país.

Cabe destacar que los umbrales de emergencia que establece la Organización Mundial de la Salud para definir una crisis humanitaria son de 10 %, cifra que fue superada en el país. En cuanto a la desnutrición crónica, las cifras son aún mayores superando el 30 %.

Estos Datos fueron recopilados en los estados Zulia, Sucre, Apure, Yaracuy, Miranda, Barinas y algunas zonas de Caracas que además coinciden con la Malaria “que deteriora el estado nutricional”.

Estado sin garantías

A pesar que la Constitución nacional establece que el Estado debe garantizar la seguridad alimentaria de la población, las cifras de desnutrición van en aumento.

Susana Rafalli hace un recuento sobre como el Estado venezolano debe garantizar la seguridad alimentaria de los venezolanos ya sea facilitando de forma directa la alimentación de la población bajo su tutela (privados de libertad, personas hospitalizadas…), respetando el trabajo de los actores de la cadena alimentaria y protegiendo al país de escenarios como la inflación, el cambio climático y el efecto de las sanciones.

“Por todos sus frentes el incremento del hambre y de la desnutrición infantil en el país es responsabilidad directa o indirecta del Estado, porque no está llevando con suficiencia alimentar a la población que depende de su trabajo”.

Rafalli también denunció que en los últimos 8 -10 años el régimen ha tomado “medidas muy regresivas que han afectado el trabajo y el buen desempeño del resto de actores del sistema alimentario nacional y a pesar que en sus aspectos de protección social uno pudiera pensar que han legislado, que ha hecho aportes, los bonos de la patria y los CLAP no han sido suficientes”.

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Estos programas no están focalizados en las personas que más lo necesitan, generalmente, son asignados bajo criterios políticos y nunca han tenido objetivos nutricionales.

¿Cómo hacer frente a la desnutrición?

El Estado lejos de garantizar la seguridad alimentaria ha implementado políticas que dificultan el acceso a la comida, lo que ha llevado que organizaciones no gubernamentales creen iniciativas humanitarias que buscan asistir a los más vulnerables con alimentos terapéuticos y educación nutricional.

Además, algunas de estas organizaciones realizan transferencias monetarias que buscan aliviar un poco las carencias económicas de estas familias debido a que los bonos otorgados por el régimen no llegan a los cinco dólares.

Para hacer frente a la desnutrición también es necesario que el Estado “con la defensa del país quebrada” permita la importación masiva de alimentos para programas sociales. Estos tienen que llevarse en coordinación con la sociedad civil para garantizar que lleguen a las personas más necesitadas, aclara la especialista.

Aunado a esto, “tienen que llevar a escala los programas de transferencia monetarias como medio de protección social, no solo para aumentar el número de personas que la reciben, sino para que tengan un valor monetario relevante, no pueden seguir los bonos de la patria siendo de cuatro dólares”.

“Como medidas de mediano plazo tienen que levantar las restricciones sobre la producción de alimentos, sobre la industria alimentaria y permitir que los productores venezolanos puedan volver a operar con libertades económicas”, agregó.

Datos oficiales

En Venezuela la inseguridad alimentaria leve pasó de 31,0 % en 2020 a 34,5 % en 2021, mientras que la inseguridad alimentaria severa se encontraba en 23,3 % en 2020 y en 2021 está en 24,5 %, según la encuesta de Encovi.

Por su parte el boletín de Cáritas destaca que la desnutrición pasó de ubicarse en el décimo lugar en el cuadro de los primeros diagnósticos en consultas en diciembre de 2019 a estar en el primer lugar en marzo de 2021.

Aunque existen campañas y programas que hacen frente a la desnutrición, aún hay un gran número de personas que desconoce que pueden ser ayudadas en estos casos.

Imagen cortesía de Cáritas

Es necesario destacar que en el país hay 45 organizaciones distribuidas en 24 estados y 303 municipios del país que están trabajando en brindar asistencia humanitaria a quienes sufran de inseguridad alimentaria.

Cáritas, una de esas organizaciones, cuenta con asistencia en 412 parroquias del país y 30 diócesis en donde emplean programas de asistencia alimentaria para niños con desnutrición.

Quienes necesiten ser beneficiados pueden acercarse a las iglesias de los estados en donde se empleen estas ayudas.

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