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Las primeras elecciones directas, secretas y universales que se realizaron en Venezuela, tuvieron lugar un 14 de diciembre de 1947, escogiendo los venezolanos al escritor Rómulo Gallegos como presidente de la República.

Aquella fecha quedó marcada para siempre en la historia porque representó el triunfo político de cierta soberanía individual, al proveer al ciudadano de poder para seleccionar de manera directa a sus gobernantes; una idea que se procuraba desde más o menos la segunda década del siglo XX, y se consideraba pilar de la democracia.

Los comicios de 1947, fueron considerados generales, puesto que también contemplaban la elección de los diputados y senadores del Congreso de la República, hechos estipulados en la constitución aprobada en julio de aquel año, en la que también se enmarca el derecho de la mujer venezolana a sufragar.

El nuevo presidente debía reemplazar a la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, y que se había establecido tras el golpe de Estado de octubre de 1945, que depuso al gobierno del general Isaías Medina Angarita.

Rómulo Gallegos había nacido en Caracas el dos de agosto de 1884, y se había desempeñado como novelista, llegando a ser una de las figuras más importantes de la literatura latinoamericana. Sus obras Doña Barbara (1929), Cantaclaro (1934), y Canaima (1935), son tres de sus más emblemáticas novelas.

Cuando en 1947 participa en las elecciones como candidato del partido del que fue fundador, Acción Democrática, ya era un consagrado escritor que a través de sus historias intentaba retratar una visión de país, además había sido diputado en 1937, y anteriormente a ello había sido por escasos meses ministro de Instrucción Pública.

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En las novelas mencionadas, esgrime críticas a conflictos sociales que percibió, sobre todo, en estados al interior del país, que consideraba zonas poco prósperas y que solían vivir al acecho de caudillos.

De manera tal, que para Gallegos era elemental civilizar al hombre para convertirlo en ciudadano, y ello lo exponía en su programa de gobierno que pregonaba la expansión de la escuela básica y los servicios de salud ofrecidos por el Estado.

En este sentido, promovió y consiguió el llamado “Fifty – Fifty”, durante su mandato, que fue una política que acordaba con las empresas petroleras de la época el pago del 50 % de la renta derivada de sus negocios al gobierno, para así incrementar los recursos, pudiendo llevar a cabo los planes trazados.

El escritor debió enfrentar en los comicios electorales a Rafael Caldera, político fundador del partido social cristiano Copei, y a Gustavo Machado, del Partido Comunista de Venezuela.

Como resultado, el 74,47 % de los votos fueron para Gallegos, quien tomó posesión del cargo el 15 de febrero de 1948. Augurando una nueva etapa donde podría imperar lo civil sobre el verde oliva y las bayonetas.

Es por esta razón que cuando César Miguel Rondón le preguntó al politólogo Laureano Márquez, en qué se basaba para creer que Venezuela se podía dirigir hacia un porvenir mejor, Márquez señaló, entre otras cosas, que su optimismo era producto de un país que había demostrado que sabía elegir la cordura, el consenso, el respeto y el orden, por encima del caos de la barbarie:

“Este es el país que la primera vez que pudo elegir, eligió a un civil como presidente, Rómulo Gallegos, una de las más relevantes figuras de la literatura hispanoamericana”.

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Por infortunio, el hombre de letras fue derrocado el 24 de noviembre de 1948. Tras su salida del poder, se instauró un régimen militar, y Gallegos debió ir al exilio, condición en la que se mantuvo hasta 1958.

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