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Pocos saben que el nacimiento de la primera República tuvo una raíz civil. Documentos trascendentales como el acta de independencia o la primera constitución, tuvieron la activa participación de un hombre, un ideólogo cuyo instrumento de transformación no fue la espada sino la pluma, Juan Germán Roscio Nieves.

Nacido un 27 de mayo de 1763, en Tiznados, actual estado Guárico, Roscio dedicó su vida a analizar las bases políticas de una sociedad moderna, expresando con sólidas ideas sus conclusiones respecto a la organización sociopolítica que debía adoptar el naciente país.

De profesión jurista, poseía dos doctorados, uno en cánones y otro en derecho civil. Desde muy joven usó su poder argumentativo para conseguir espacios en una sociedad colonial regida por jerarquías basadas en el origen.

Es así como, por ejemplo, una vez egresado de la Universidad de Caracas, debió llevar adelante un juicio ante la Real Audiencia para poder ser aceptado en el Colegio de Abogados de Caracas, donde le negaban el ingreso por su ascendencia, pues era hijo de un migrante milanés, Giovanni C. Roscio, y de una mestiza, Paula María Nieves, según cuenta César Pérez Guevara en el artículo Juan Germán Roscio: padre fundador civil.

Tras nueve años de litigio, el Roscio consiguió ganar el juicio. La larga espera da una idea de cuán paciente y determinado era el joven abogado. Estas mismas aptitudes las volverá a poner en práctica más adelante, cuando al iniciar los movimientos independentistas del 19 de abril de 1810, hace llamados a conservar la calma para no provocar rompimientos abruptos que detonen en un clima de conflicto, siendo primordial conservar las instituciones ya existentes y mejorar el marco legal, como sostiene César Pérez Guevara, en su citado artículo.

Es, por ende, un hombre reflexivo que no se deja guiar por la ansiedad y el entusiasmo álgido del momento. Probablemente son estas las razones por las cuales se le delega la tarea de redactar el acta de independencia junto a Francisco Isnardi, la cual será firmada el cinco de julio de 1811.

De igual forma, fue quien elaboró el “Reglamento para la Elección de los Diputados del Congreso de Venezuela”, la primera guía que existió en Hispanoamérica para llevar representantes de cierto grupo de la sociedad al parlamento, otra demostración de lo fundamental que era para este venezolano el establecimiento de un marco normativo.

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Por aquel tiempo, también se le requirió en la elaboración de un proyecto de constitución para la recién creada República, labor que aceptó junto al mencionado Francisco Isnardi y a Francisco Javier Ustáriz, y que dio paso a la Constitución Federal para los Estado de Venezuela, la primogénita carta magna que tuvo el país.

Por infortunio, tras la caída de la primera República en 1812, Roscio es arrestado y enviado por Domingo de Monteverde a prisión en Ceuta, territorio que posee la Corona española en el continente africano.

Durante los tres años que estuvo bajo arresto, Roscio no dejó de leer ni de escribir, consiguiendo redactar El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo, un libro comprendido por 51 capítulos. En esta obra hace un examen minucioso del término “soberanía”, y de la república como sistema de gobierno, usando para ello textos bíblicos.

Un ideólogo cuyo instrumento de transformación no fue la espada sino la pluma.

Roscio, como católico que era, respetaba a la iglesia como institución y a sus dogmas, pero era enemigo del uso de la misma para oprimir al pueblo. El venezolano a través del estudio de las santa escrituras dejó de creer en la divinidad de los monarcas, como se sugiere en el artículo El cristianismo de Roscio contra la tiranía, del padre Luis Ugalde, para empezar a defender que los gobernantes eran servidores públicos que tenían deberes que cumplir como la procura de “la protección, libertad y bienestar” de los ciudadanos, anota Pedro Urruchurtu en el ensayo, Libertad y República en la obra de Juan Germán Roscio.

Su percepción sobre la soberanía fue cambiando a medida que fue estudiando al respecto, considerando que esta reside en los individuos congregados en sociedad, y no sobre un grupo reducido que ostenta el poder por gracia divina, puesto que Dios dotó a cada ser humano de facultades físicas e intelectuales para procurarse el bien común. En este sentido, al igual que lo hizo Santo Tomás de Aquino en la Suma de Teología, Roscio apuesta por la existencia de los derechos naturales que hace a cada uno igual ante la ley.

En la misma obra, se aprecia una posible influencia del escolástico español Juan de Mariana, puesto que el jurista venezolano da por justo un tiranicidio o regicidio como forma de derecho natural a la insurrección cuando los gobernantes usan en contra del pueblo el poder que este mismo les ha delegado.

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Y en cuanto a su análisis del sistema republicano, hay menciones a Montesquieu, puesto que Roscio sostiene que por naturaleza la república sería el orden que más conviene por ser el sistema que permite hacer correcciones, reformas al mismo en función de la “salud pública”, impidiendo que se sigan ciegamente los designios de una única autoridad.

Tras una breve estancia en Jamaica y en Estados Unidos, Juan Germán Roscio regresó a Venezuela en 1818, para fungir como director de Rentas y presidente de Haciendo en el Consejo de Estado, designado por Simón Bolívar, para más adelante ser comisionado para presidir el Congreso Constituyente de Colombia, a instalarse en Cúcuta.

Por infortunio, el destino tuvo otros planes para Roscio, quien en marzo de 1821 fallece en la ciudad de Cúcuta, dos meses antes de iniciar la redacción de la constitución de la Gran Colombia.

Para Tulio Alberto Álvarez en Juan Germán Roscio, pensamiento y acción constitucional, el insigne precursor tiene a cuesta el legado de haber intentado la emancipación a través del “desmontaje ideológico” llevado a cabo en las colonias por los enviados de la monarquía y por la iglesia. Un proceso nada sencillo puesto que conducía al ciudadano de la época a refutar un patrón sociocultural en el que había crecido, pero sin renunciar por ello al orden institucional y a la religión católica.

En fin, Juan Germán Roscio Nieves, cuyos restos simbólicos fueron ingresados al panteón nacional 200 años después de su muerte, es un ejemplo de civismo en medio de caudillos, un pionero en teoría política para Hispanoamérica, que defendía tres ideas fundamentales, que la soberanía es derecho natural del individuo, el cual, organizado en sociedad, busca el bien común a través del sistema que le permita preservar su libertad, dicho sistema es la república por poseer división de poderes, y que quién ose ir en contra de esto para subyugar al hombre usando cualquier doctrina, debe estar condenado a enfrentar el repudio y las fuerzas emancipadoras.

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