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A miles de kilómetros de Venezuela, el señor Juan José Olavarría, de 77 años, elabora y vende las piezas de arte que fabrica con mucho amor y que le garantizan el sustento en su país de acogida.

De lunes a sábado entre las 3:30 de la tarde hasta las 6:30 pm se puede ver a Olavarria en la avenida universitaria de Lima, Perú, ofreciendo en un puesto improvisado, fachadas, llaveros y cualquier otro tipo de adorno.

Juan José Olavarría en su puesto donde exhibe sus piezas de arte

Juan José nació en Valencia, Venezuela y hace más de 37 años se dedica a la artesanía en sus distintas variadas ramas. Decidió salir del país en el año 2018, debido a la inseguridad, escasez de alimentos, comida y un sinfín de problemas que han llevado a millones de venezolanos a migrar.

En entrevista para Frontera Viva, Olavarría comentó que, al llegar a Perú, junto a su hijo y esposa, pensaba dedicarse a otros proyectos, no obstante, al no ser viable decidió retomar su antiguo trabajo.

“Llegamos a Perú con la intención de realizar otro tipo de actividad, sin embargo, esos proyectos no se concretaron y me vi en la necesidad de recurrir a la experiencia que obtuve en los últimos 30 años de mi vida, eso hizo que me reiniciara en los trabajos artesanales”.

Artesanía para sobrevivir

Su trabajo como artesano inició en Venezuela cuando su hijo estudiaba en la escuela de Bellas Artes en donde realizaban piezas parecidas a las que él construía para el pesebre de su casa. En ese momento se dio cuenta que podía jugar con los materiales para crear arte.

Empezó a elaborar piezas en arcilla y barro hasta que logró un estilo propio que lo llevó ofrecer sus productos, y darse cuenta que ese podía beneficiarlo económicamente.

El trabajo, que fue su sustento en Venezuela, actualmente es el medio a través del cual mantiene su vida como migrante en Perú. Inicialmente comenzó a exhibir sus piezas los domingos en el sector de Barranco y posteriormente fue desarrollando mayor cantidad de piezas. Sin embargo, nunca se imaginó que una pandemia cambiaría su ritmo laboral.

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Los primeros meses del confinamiento tuvo que paralizar su trabajo, pero nunca dejó de diseñar y elaborar sus piezas. Preparó un stock y comenzó a comercializarlos en otros sitios cercanos a su hogar, además, comenzó a exhibir su arte en redes sociales y es ahí donde sus piezas se han dado a conocer grandemente.

Juan José Olavarría junto a unos clientes

Utilizar las redes sociales, más que una plataforma utilizada durante la pandemia, se ha convertido en una vitrina virtual en la cual cada vez son más las personas que lo contactan y le piden que elabore la réplica de las fachadas de sus hogares.

“Este trabajo es muy interesante porque primeramente uno lo sueña, lo pasa a papel y utilizando los materiales va elaborando diferentes piezas que a pesar de ser muchas veces repetitivas siempre son originales porque son hechas una por una”.

Trabajo familiar

Aunque el trabajo principal lo realiza Juan, su esposa y su hijo son indispensables a la hora de elaborar su arte.

Belkis de 75 años, es su colaboradora principal y quien se encarga de pintar las piezas que su esposo realiza en cartón, madera o arcilla y su hijo, es el encargado de publicar los trabajos en su cuenta de Instagram @TallerJuanJ

Las piezas que más comercializa son las fachadas de casas, negocios y sitios típicos que dependiendo del grado de dificultad y de trabajo pueden llegar a costar entre 25 y 50 dólares, mientras que los llaveros y adornos tienen un costo de 7 y 10 dólares.

Las piezas han tenido gran receptividad y la mayoría de sus clientes se han mostrado satisfechos, situación que lo motiva a continuar trabajado mientras Dios se lo permita.

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Emigrar con avanzada edad

La historia migratoria de Olavarría puede ser motivadora para quienes creen que salir de Venezuela y comenzar una nueva vida afuera es solo para jóvenes.

Las dificultades que vivió en su país de origen fueron el detonante para que Juan José le pidiera a su hijo menor que emigrara. La situación en Venezuela se tornó para la familia cada vez más difícil, sobre todo en el 2017 y 2018 donde la escasez de alimentos, la falta de medicina y la serie de inconvenientes que se presentaron en el país hicieron que verdaderamente se viera la posibilidad de no continuar viviendo en las condiciones precarias.

“Yo me empeñé en que el menor de mis tres hijos saliera del país y él me dijo que no me podía dejar en Venezuela porque las condiciones que veía es que cada día iban a empeorar las cosas como efectivamente sucedió”.

Esta decisión fue determinante para que Juan José y su esposa Belkis Olavarría viajaran a Perú, en compañía de su hijo, en busca de nuevas oportunidades, y, sobre todo, una mejor calidad de vida.

Juan José Olavarría y su esposa Belkis Olavarría

A su juicio, no hay edad para emigrar.

“Yo creo que el no aceptar rendirse ante las circunstancias que se presenten en la vida es motivo suficiente para no quedarte en un sitio donde no tienes posibilidades de desarrollar tus actividades yo creo que todo el que tenga una posibilidad debe actuar, trabajar y salir adelante porque yo desde que era muy joven estoy trabajando y no me rendiré porque me siento con mucha fuerza y con muchas ganas de trabajar”.

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