Las navidades suelen ser tiempos nostálgicos para aquellos que están lejos del país que los vio nacer, pues traen a la memoria los recuerdos bellos de las reuniones con la familia y los amigos como solo se viven en Venezuela.
“Bonitas” y “terribles” son las palabas con las que Marlene Salas describe sus navidades en Mississauga, a 40 minutos de Toronto en Ontario, Canadá. Bonitas porque el blanco de la nieve cubre la ciudad, tal como en las películas; terrible porque echa de menos a su familia.
A pesar de los, aproximadamente, 6.530 km que separan a Marlene de su hogar natal, la venezolana atesora su país y lo da a conocer a través de sus preparaciones culinarias, de este modo, Rosa Sweets −su emprendimiento de catering− ha abierto una puerta que lleva a sus comensales de visita a Venezuela.
En Rosa Sweets se concentran las dificultades y las victorias que Marlene comparte con Frontera Viva, desde que inició su vida fuera de Venezuela en junio de 2014.
“Empecé poco a poco a hacer lo que yo sé hacer, lo que me apasiona, lo que me gusta y ha sido una satisfacción muy grande. Los canadienses adoran la comida de nosotros. Tengo clientes canadienses y tengo clientes hindús, árabes, y les encanta la sazón nuestra y eso es algo muy bonito”.
A pesar del calor que le brindan sus clientes y de contar con un negocio que va creciendo, lo frío de las celebraciones navideñas, marcan un contraste con sus hermosos recuerdos de los festejos decembrinos venezolanos.
“Mi primera navidad aquí fue muy bonita, porque era la novedad de la nieve, del cambio de clima, la expectativa del frio que era lo que uno veía en películas antes, esa parte me pareció muy linda, pero aquí la navidad es muy fría, la gente no celebra como nosotros, todo es así como el clima: muy frio”.
Han transcurrido siete años y medio desde que pasó su primera navidad lejos y Marlene aún no se acostumbra completamente al estilo canadiense para celebrar estas fechas.
“Generalmente, aquí ellos se levantan en pijama, desayuna toda la familia junta −cosa que es rara−, abren los regalos de navidad y están todo el día en casa tomándose un vino, hacen un almuerzo juntos, comparten, hacen juegos, ven una película juntos, es un día muy familiar”.
No obstante, es precisamente el tono familiar de la celebración en su país de acogida el que Marlene destacada como parte de esas tradiciones que poco a poco incorpora a sus festejos decembrinos.
“Es muy diferente a Venezuela, porque allá el 25 la gente está trasnochada, nadie quiere cocinar, los hombres están bebiendo con los amigos, se recalienta lo que quedó el día anterior… es totalmente diferente. Acá el 25 sí me parece muy lindo porque toda la familia se reúne, recordando, compartiendo los obsequios”.
Su deseo para esta navidad, como el anhelo de muchos venezolanos en el extranjero, es que Venezuela vuelva a ser el país que era, el país de sus recuerdos, para dar la bienvenida a todos aquellos que, en algún momento, dijeron adiós.