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Gustavo Tovar-Arroyo    @tovarr

La derrota

En términos realistas, muy realistas, tenemos que reconocer que no más de 10 mil chavistas obligaron a 6 millones de venezolanos a huir del país. Eso es una derrota moral e histórica, si no somos capaces de una autocrítica que lo confirme no hemos entendido nada. Y no hablo de la hipnotizada oposición que negocia o que va a elecciones sin condiciones, hablo de ti y de mí que hemos bregado y luchado de manera desinteresada por alcanzar la libertad.

¿Qué nos pasó, por qué no logramos nuestro objetivo, qué estrategia falló o cuáles fueron las acciones erradas (supuestamente las intentamos todas)?

Para mí es una respuesta única: no luchamos en todos los terrenos.

El hipnotizado

Es tarde para lamentos, demasiado tarde. Además, porque seguimos extraviados y sin rumbo. El chavismo destrozó al país, lo sigue destrozando, y nosotros debatimos crasas pendejadas, babosadas, como las que mi estimado Stalin González levantó en estos días en su entrevista en El País. Obvio, su entrañable amigo Jorge Rodríguez lo tienen hipnotizado y su inteligencia autocrítica quedó anulada. Es, como la oposición que representa, un flamante aspirante al poder mediocre.

Así que lamentarnos porque nuestros “líderes” siguen extraviados más que irritarnos debe despertar nuestra conciencia; no más irritación o lamento, acción. ¿Qué harás tú?

Todos somos responsables de actuar.

El rostro

Pero la derrota tiene diferentes rostros además del escalofriante éxodo: el hambre, la enfermedad, la falta de agua, luz, gasolina, la quiebra, el caos, el crimen, la persecución, la mortandad, el encarcelamiento, el narcotráfico, las ejecuciones, la corrupción, el terrorismo, las violaciones a los derechos humanos, la miseria, la tiranía, los crímenes de lesa humanidad, son rostros de lo mismo, de nuestra derrota moral e histórica.

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¿O tú no eres responsable? ¿O yo no soy responsable? Claro que lo somos, quizá en menor medida que los negociadores o los electoreros sin condiciones, pero lo somos.

La pregunta es: ¿Qué vamos a hacer?

El pajareo

Al menos yo no pajarearé más aún cuando los líderes de la pajarera sean mis amigos. Les respeto, les aprecio, pero yo –muy crítico conmigo mismo– deserto de la jaula. Basta. Mi pensamiento es libre. Pronto daré una respuesta a la peste chavista que no imaginan, necesitaré tu ayuda para que sea contundente y que al menos nuestra voz nos absuelva frente a la historia.

Te daré y me daré una oportunidad, una última oportunidad, para disparar desde la conciencia al chavismo y mostrarle al futuro que luchamos, que levantamos muy alto la voz.

Si te unes al esfuerzo que viene, nuestra voz será un grito ensordecedor de libertad.

El aliento

Pese a que Stalin le sonría a su hipnotizador Jorge Rodríguez, se pasee con él por el mundo inventando negociaciones fantásticas y responda –hipnotizado– a las sugestiones imperativas que el psiquiatra vergonzosamente le impone, nosotros, tú y yo, que hemos luchado y lo seguiremos haciendo hasta el último aliento, aunque sea con nuestros disparos de conciencia, tenemos que responder al menos con moral y crítica a lo que estamos viviendo. Es nuestra obligación.

Al menos yo no me quedaré de brazos cruzados y si el destierro me ha impedido organizar y batallar en mi tierra, mi guerra moral será en el imperecedero y universal terreno del arte.

Mi bala será moral, únete, prepárate…, apunta, dispara y –muy pronto– fuego.

El grito

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La peste quedará al desnudo si te unes al esfuerzo, no habrá manera de que quede exonerada del infierno que creo en Venezuela. Cada venezolano, desde cualquier rincón del mundo en el que se encuentre, debe participar en el llamado de conciencia. Es importante que el mundo sepa el holocausto que hemos vivido, pero todos debemos levantar la voz y tejer un grito moral e histórico. El chavismo, como le nazismo y el comunismo, debe ser enjuiciado.

Te ofreceré una herramienta para que no te lamentes más, para que actúes y lo hagas como lo que eres, como lo que somos: hombres de conciencia.

Te prometo un arsenal de sensibilidad y razón: ¡úsalo!

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