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Ph.D. Tomás Páez @tomaspaez

Se utilizan armas y argumentos a fin de intentar detener la migración y la pluralidad humana a ella asociada. Las balas usadas por los cuerpos policiales de Trinidad para inmovilizar una pequeña embarcación, ocasionaron la muerte de un niño de apenas un año de edad. O palabras convertidas en armas de odio, xenofobia y racismo. Se atribuye a quien fuera primer ministro de Japón, Yasuchiro Nacasones, (1986) la siguiente afirmación: el nivel intelectual en Estados Unidos era inferior al de su país porque allí había una población elevada de negros, puertorriqueños e hispanos.

Paradójicamente, mientras se cierran fronteras para impedir la migración, hay millones de empleos vacantes por carecer de mano de obra, o ciudades y países incapaces de aprovechar el inmenso capital humano de toda migración. El repudio a la diáspora no es exclusivo de determinados grupos, partidos o gobiernos en los países de acogida, también está presente en donde se origina el éxodo; resulta emblemático el caso del régimen venezolano.

Su historia no deja espacio para la duda. Primero, cuando intentaron hacerse con el poder, asesinaron compatriotas (1992), en la campaña electoral (1998) amenazaban con freír las cabezas de los miembros de otros partidos, en 2015 expulsaron ciudadanos colombianos y marcaron sus casas, niegan la existencia de 7 millones de venezolanos, un quinto de la población, y cuando hablan de ellos los califican de armas bioterroristas y lava-retretes. El régimen no puede establecer relación alguna con la diáspora, pues no es posible vincularse con lo inexistente y lo que desprecian.

Lo ocurrido en Venezuela debería servir para acabar con la “estadolatría”, la noción de bien público o interés general y demás sandeces; pues ¿Quién lo decide?  ¿Quiénes en su nombre secuestraron el Estado para robar los derechos de los venezolanos a la salud, la educación, la alimentación,  la vida, la seguridad y  la información? En realidad, los ciudadanos venezolanos están un poco hartos, algo cansados y hastiados de las imposiciones de todo signo. Son personas adultas, ejercen como tales, adoptan sus decisiones, construyen sus propias organizaciones, a través de las cuales expresan sus deseos y necesidades. Las asociaciones se erigen como nuevos actores de gran dinamismo y desarrollan novedosas formas de hacer POLÍTICA.

Las centenares de entrevistas, realizadas a parte de la diáspora, quienes retornan a su ciudad de origen y a sus descendientes, revelan el extraordinario papel desempeñado por las organizaciones y asociaciones diaspóricas en las que participaron en Venezuela. En ellas son constantes los temas de la región de origen, el papel de las remesas y las inversiones, las competencias y habilidades adquiridas en el lugar de acogida.

Refiriéndose a los ciudadanos y a la sociedad civil J. Habermas nos advierte que ésta, “se compone de estas asociaciones, organizaciones y movimientos surgidos de forma más o menos espontánea, que recogen la resonancia de las constelaciones de problemas que encuentran en los ámbitos de la vida privada, la condensan y elevándole, por así decir, el volumen o voz, la transmiten al espacio de opinión pública-política”. Destaca la autonomía de los ciudadanos para asociarse con el fin de incidir en los asuntos públicos como, por ejemplo, su participación en los procesos de transición a la democracia en distintos países.

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Siete millones de embajadores reales y centenares de organizaciones que entablan vínculos con otras organizaciones, instituciones y distintos niveles de gobierno en las ciudades y países receptores y las organizaciones de la ciudad de origen. Esta realidad configura una nueva tendencia de la sociedad civil hoy en la diáspora; nuevos actores organizados y conectados a los países de origen y destino.

Dado el desinterés del régimen es necesario que los gobiernos regionales y locales, donde se produce el éxodo, y las instituciones y organizaciones asentadas en ellas: gremios empresariales y profesionales, universidades y centros de investigación, reconozcan la importancia de la diáspora, identifiquen sus distintos efectos y definan los mecanismos para su mejor aprovechamiento y contribución al desarrollo regional. El número y ámbitos de acción de las organizaciones de la diáspora se ha multiplicado y ensanchado: Organizaciones sin fines de lucro, (también las hay de lucro sin fines) operando en distintas esferas: social, derechos humanos, político, cultural, religioso, musical, etc.

No es conveniente esperar a que el contexto cambie, es necesario actuar para efectuar el cambio, hacerlo posible, en la dirección adecuada y sentando las bases para la recuperación de la democracia y las libertades. Un ejemplo ilustra lo dicho. Unas pocas universidades desarrollan una intensa actividad en esta dirección, no se conforman con enfrentar el autoritarismo oficial sino que entablan relaciones y alianzas con sus diásporas. Estas sobresalen ante el estruendoso silencio de las restantes.

Lo dicho lo convirtió en estrategia y POLÍTICA el Primer Ministro de la India, Narendra Modi, quién acuñó la noción de la “familia india global”, similar al de la nueva geografía, quien ha puesto en valor a su diáspora y ha aprovechado su potencial como instrumento de Política Exterior y recurso estratégico para el desarrollo de la India a través de su voluntariado, sus conocimientos y sus inversiones. Como se desprende de lo dicho, el impacto de la diáspora trasciende el plano meramente económico, incluye las dimensiones política, social, cultural y ambiental. 

Las organizaciones de la diáspora ofrecen una formidable variedad de servicios y productos. Desde los servicios de información, los dirigidos a la integración e inserción, la defensa de los derechos humanos, los de internacionalización, difusión tecnológica, ampliación de mercado hasta la atención a familiares, amigos y comunidades de origen o segmentos con problemas específicos de salud, alimentación, etc. Las asociaciones nacen con vocación transnacional y desde allí donde se constituyen se conectan con organizaciones y asociaciones en todo el planeta.

Las modalidades organizativas son muy variadas: peñas de amigos, chats y redes informales, asociaciones debidamente registradas y operando, federaciones y alianzas de organizaciones de distintos países y sectores, etc. Comparten rasgos en común pese a las diferencias de propósito y ámbito de actuación: su afán de contribuir a recuperar la democracia y su empeño decidido a participar en la reconstrucción de Venezuela.

En las ciudades de acogida las instituciones del Estado y los organismos multilaterales consideran a estas asociaciones como interlocutores y representantes de sus conciudadanos y fuente de información privilegiada. Las organizaciones de la diáspora son nuevos actores políticos, sociales y de desarrollo en la “Nueva Geografía” de Venezuela, ejecutan proyectos, movilizan recursos y construyen nuevos liderazgos y referentes de carácter global.

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La fragmentación inicial cede paso a la red global, que construyen a objeto de ofrecer sus productos y servicios, compartir experiencias y aprendizajes, democratizar la información de fuentes de financiamiento y optimizar el uso de los recursos. Esa extraordinaria demanda y oferta de servicios que ofrecen y requieren las organizaciones diaspóricas y sus agremiados, conforman un inmenso capital que es preciso aprovechar. Iniciativas privadas posibles de potenciar si adoptamos una estrategia y novedosas formas de relación, hecha por, con y propiedad de las organizaciones diaspóricas.

 A su lado proliferan las organizaciones promovidas e integradas por los nacionales del país de acogida cuyo foco de atención es la diáspora venezolana. Hay jemplos cercanos, como los de la Universidad del Rosario, la Sabana y los Andes en Colombia, el cementerio de Riohacha, etc. El carácter transnacional de las asociaciones, las alianzas y redes hace que se difuminen los límites y distinciones entre organizaciones de migrantes diferenciadas de las organizaciones creadas por los nacionales de la ciudad receptora. Ejemplo de ello podemos encontrar en los medios de comunicación creados por la diáspora: integran los problemas y realidades de la ciudad y el país de acogida.

En la explicación de la proliferación de organizaciones de la sociedad civil y de la diáspora intervienen diversos elementos. Uno de ellos el espíritu democrático desarrollado en la construcción de la democracia y durante las cuatro décadas en las que logró vencer el asedio de sus enemigos, algunos de ellos hoy en el poder. Jóvenes que vivieron poco o nada de ese periodo, lo conocieron en el hogar. Otro elemento está referido al debilitamiento de los partidos políticos, dejaron un vacío que en gran medida ha sido llenado por las organizaciones de la sociedad civil. También ha contribuido a su crecimiento las facilidades de creación de vínculos y conexiones, que además intervienen en los procesos migratorios.

El absoluto divorcio de la diáspora con el régimen y la diplomacia que este ejerce, la lleva a desempeñar la Diplomacia Pública diferenciada. Las organizaciones de la sociedad civil alzan su voz para hacerse escuchar, exigir el respeto a ley, denunciar los atropellos y la violación permanente del marco legal, y los derechos humanos por parte del régimen venezolano.

La migración se produce en localidades y ciudades en los países de acogida y origen. Las hay con mayor intensidad migratoria, aquellas con un considerable número y proporción de migrantes. Afortunadamente contamos con instituciones, organizaciones y dirigentes que desde las regiones comprenden esta nueva realidad: algunos exrectores como Benjamín Sharifker desarrollaron políticas que lo evidenciaban.

Es preciso comprender que el desarrollo trasciende los límites territoriales convencionales, soslayarlo es otra forma de negar el éxodo. En cada proyecto, en cada decisión, en cada estrategia empresarial, parlamentaria, social, política, económica y cultural, necesitamos a todos los ciudadanos, el 80% asentado en Venezuela y el 20% integrando la diáspora. No es posible, tampoco recomendable considerar al país y al mapa que conocemos, la diáspora, reiteramos configura una nueva geografía. Impulsar la integración de esa formidable fortaleza requiere de un liderazgo confiable, creíble y capacidad integradora de los venezolanos y sus organizaciones en la nueva geografía.

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