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Leandro Rodríguez Linárez @leandrotango

No es complejo identificar quienes son los cómplices del régimen, los encargados de mantener al chavismo en el poder a fin de recibir recompensas varias. Estos son tan culpables de la tragedia nacional como quienes por más de dos décadas han premeditado esta Venezuela cubanizada.

En primer lugar, los más indignantemente evidentes, los denominados popularmente “Alacranes”, su sinvergüenzura es en extremo insultante, se han hecho de organizaciones políticas gracias a las intervenciones de las instituciones públicas psuvizadas. Su primera meta fue hacerse de la directiva de la AN 2015, luego secundar procesos electorales ilegales e ilegítimos, posteriormente atacar a la (ex) oposición reconocida y pedir la eliminación de las sanciones a pesar de que las causas que las generaron empeoraron.

En segundo lugar, en el lado opositor se camuflaron figuras bajo un histrionismo sádico, que muchos venezolanos creyeron por completo, por ejemplo, Ramos Allup y permítannos explicar. Es imposible, repetimos, imposible no haber sabido con antelación que la juramentación de los 3 diputados de Amazonas en 2016 iba a desbaratar lo que pudo haber sido una actuación parlamentaria estratégica y oportuna, ese hecho puso en bandeja de plata al régimen una excusa que, aunque inconstitucional, era ideal para la desinstitucionalidad roja. Es aún más sospechoso cuando en ese año se debía escoger nada más y nada menos que al CNE. Lo correcto era apartar la querella de los 3 diputados y proceder con la designación del órgano electoral.

Opinamos, este evento tiene todas las señales fue un pacto oculto con el régimen, a cambio de ofrendas que desconocemos, sea como sea, para una figura tan experimentada como Allup, acusado históricamente de ser cohabitante con los poderes de turno, no pudo haber sido un acto accidental o fortuito. No olvidemos que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

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En tercer lugar, tampoco puede ser sana o inocente la terca insistencia de la vía electoral, sobre todo, luego de 2015 donde el castrismo venezolano fulminó la competitividad, es quien termina imponiendo partidos, directivas, candidatos, votantes y votos. En un hermetismo sellado al vacío absoluto, como hemos visto recientemente con Barinas, lo electoral solo beneficia al chavismo, en caso de verse obligado entregar un espacio sencillamente lo desmantela e impone un poder paralelo. El G4+ se ha sumado a este vandálico plan a través de la funesta “Plataforma Unitaria Democrática”, es una cofradía electorera que, sin importar condiciones ni procesos, se lanzan al ruedo electorero, todo indica, pensando en dádivas, cuotas de poder y mil millonarios recursos de campañas que acallan conciencia (si es que les queda). Todo aquel que insista en la vía electoral con instituciones psuvizadas es cohabitante, sin excepción.

En cuarto lugar, emparentados con “Alacranes”, aparecen figuras como Fermín, Falcón, Bertucci y demás hierbas con organizaciones de bolsillos, son los comodines electoreros del régimen para llenar los huecos en el tarjetón electoral. Al final de cada elección, terminan aceptando el resultado tras fingidas declaraciones de molestias por el “presunto” ventajismo del régimen. En quinto lugar, más terrible aún, los venezolanos de a pie quienes acuden a estos remedos electoreros como vacas al matadero, bien sea engañados u obligados, al final, son comportamientos suicidas que terminan pagando extremadamente caro. Ganar, perder, votar poco, mucho, con participación histórica o incluso abstenernos con instituciones psuvizadas es exactamente igual, por eso el chavismo, régimen más rechazado de nuestra historia, se desvive por lo electoral. Urge una oposición real que se oponga, que rompa este perverso ciclo.

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