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Ph.D. Tomás Páez @tomaspaez @lavozdeladiasporaven

Mi primer acercamiento a Tzvetan Todorov, ocurrió cuando desarrollaba la tesis de grado, consistente en el análisis semiológico de la obra Puros Hombres, de Antonio Arráiz. Me reencuentro con el autor que sufrió el socialismo soviético en su país natal, Bulgaria. Conoció el degradante papel que pueden llegar a desempeñar los intelectuales, la necesidad de enfrentar el totalitarismo y reivindicar la libertad y la democracia. Su experiencia guarda muchas semejanzas con el sufrimiento de los ciudadanos venezolanos bajo el “socialismo del siglo XXI”.

Nos recuerda que, una vez instalados en el poder, esa ideología asume una función más decorativa y ritual, pues su finalidad es perpetuarse en el poder. La ideología solo sirve de coartada, desempeña un papel importante para la conquista del poder (igualdad y luego igual da, transparencia y luego ocultamiento, anticorrupción y luego el saqueo, la escasez, el racionamiento y la diáspora). Hace lo contrario de lo que dice, la mentira es su enfermedad congénita, autodegenerativa.

Una frase anónima sintetiza el desmadre de ese modelo: “nosotros disimulamos que trabajamos y ellos disimulan que nos pagan”. Los horribles atributos del modelo, hambre, escasez, la asfixia del individuo, explican el porqué de la búsqueda de la democracia y la libertad. La implosión del modelo en 1989 presagiaba su desaparición. Viendo la convulsa situación política en Latinoamérica parece que sobreestimamos su muerte.

Quizá los muertos dejaron mucha viudez, pues resulta difícil entender la defensa del régimen y el modelo venezolano o el prolongado silencio de los medios y el mundo académico ante la más honda tragedia humanitaria de la región y ante el mayor éxodo de ciudadanos, superior al de Siria. Muy probablemente esto obedezca a la influencia de esa ideología en esos terrenos. Lo señalaba Raymond Aron cuando publica el opio de los intelectuales y la fascinación por el socialismo soviético. Los cambios políticos recientes dan cuenta de esa seducción. Lo confirma el apoyo, algunos con ciertos grados de histeria, al país que invade Ucrania, cuando tan solo ayer se oponían a cualquier ocupación. Mudan de piel y la amparan con la señal de costumbre, acusar a Estados Unidos y a los demás de tontos y vasallos.

La metamorfosis de Latinoamérica corrobora que la realidad y la vida transcurren en medio de la incertidumbre y el cambio y este puede resultar en importantes retrocesos.  Las transformaciones se suceden de manera vertiginosa, creando nuevas realidades imposibles de predecir. Tenemos a mano evidencias muy frescas, el COVID y la invasión a Ucrania. Además de mostrar la vulnerabilidad del ser humano, produce efectos muy trágicos y horribles: muerte, ciudades arrasadas, desaceleración de la economía global, escasez y millones de refugiados.

Otro ejemplo fresco, la reciente visita de la representación de alto nivel del gobierno de Estados Unidos a Venezuela, gesto cuyas secuelas pueden no coincidir con las intenciones que motivaron el encuentro. Los intereses en juego en las actuales circunstancias, van dejando claro que no se puede cabalgar sin fin sobre una emoción.

Parecen insuficientes los principios, no importa lo elevados que ellos sean, tampoco es suficiente lo deseable, es preciso pensar en lo posible y puesto a prueba con la realidad, una de las materias primas de la política. Reza el dicho, el camino al infierno está empedrado de las más generosas y mejores intenciones. En palabras de Raymond Aron, es necesario “confrontar las ideas con las realidades que provocan, deforman o transfiguran”.

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Otro cambio radical, sorprendente y contrario a la historia de 500 años de inmigración, es el masivo éxodo de venezolanos; en tan solo dos décadas ha salido del país más del 20% de la población. Los efectos del fenómeno migratorio impactan al migrante, su familia y las ciudades y países de origen y acogida. Hablar de la diáspora considerando solo a quienes se han ido y dónde se encuentran, es aproximarse al tema de manera parcial y elemental.

Los efectos de la diáspora sobre las familias, comunidades y regiones de origen y acogida no se distribuyen de manera simétrica, sus efectos son desiguales e impactan de manera diversa las instituciones, la economía, los servicios, al tejido empresarial y a colectivos específicos. niños y jóvenes, adultos, pensionados, docentes y estudiantes y todos los gremios profesionales.

La diáspora, cuyos números equivalen a la población de Venezuela en el año 1960, configura una nueva realidad, una nueva geografía económica, social y política del país. Es imposible abordar esta realidad con los enfoques y usando los línderos geográficos convencionales. Hoy el país está esparcido por el mundo y tiene otros “límites”. En realidad operamos en un nuevo mapa en el que tiene poca cabida la diferencia, “dentro” y “afuera”

Esto no lo entiende ni puede gestionar el régimen responsable del éxodo. De ello no parece haber duda alguna. Tras 30 años fomentando de manera pertinaz el odio y 23 ejerciéndolo desde el poder, han surgido nuevos problemas, los viejos se han agravado y poco queda en pie de las instituciones y empresas construidas por los venezolanos. Su legado es la ruina social.

La Nueva Geografía necesita de novedosas perspectivas, herramientas originales y de agendas frescas; a pensar Venezuela de otro modo, más integral y al mismo tiempo más global: la población venezolana está esparcida en el planeta. Brevemente mencionemos algunos de los asuntos de la realidad actual: el éxodo ocasiona un cambio en la estructura etaria y de la población en las regiones de origen, en la realidad de los niños y jóvenes dejados atrás, en los procesos de planificación y suministro de servicios y en la formulación del presupuesto, en el servicio exterior, consulados y embajadas, en el sistema electoral, en el ejercicio de los derechos sociales y político y los temas de la transición ambiental, y en la reconstrucción del tejido empresarial y laboral, etc.

El análisis y gestión de la diáspora se ha hecho de un modo excesivamente parcial lo cual es revelador de la incomprensión del fenómeno. Se han excluido del análisis múltiples dimensiones de un hecho social muy complejo. Al respecto nos advierte Svetan Todorov, “el primer enemigo de la democracia es la simplificación, que reduce lo plural a único y abre así el camino a la desmesura”. Es clara la urgencia de novedosas elaboraciones conceptuales con las cuales hace frene a esa realidad.

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En este terreno la sociedad civil ha hecho invaluables aportes al conocimiento y al debate. Organizaciones dispuestas a establecer acuerdos, alianzas y crear redes junto a otras organizaciones en las que sociedad se reconoce y en las cuales deposita su confianza. Cuidado en hacer de Teodosio, sucesor de Constantino, al prohibir los ritos que están al margen del pensamiento único, es una actitud arrogante negadora de la democracia. Es necesario tenerlo presente para evitar la tentación. S.Todorov nos advertía, “no todos los antinazi que participaron en la resistencia eran virtuosos”

La confianza en estas organizaciones contrasta con el abismo que separa a los ciudadanos de los partidos políticos, como muestran los hallazgos de los estudios de opinión pública. Estos datos crean un desasosiego mayúsculo, por cuanto los partidos son piezas medulares en el ejercicio de la democracia y la política. Ese desapego lo hemos encontrado en nuestros estudios y trabajo con la diáspora y sus asociaciones.

Las organizaciones subsanan ese déficit haciendo una gestión POLÍTICA, capaz de madurar soluciones perdurables, estables y sostenibles. Piensan y ejecutan globalmente políticas inclusivas en todos los espacios. El carácter transnacional de las organizaciones permite construir redes en sus áreas de interés. Su trabajo es relevante para gremios empresariales y profesionales, universidades, parlamentos regional y Nacional, gobierno locales y regionales, y por ello es importante encontrar formas que permitan usar ese inmenso capital humano y su universo de relaciones.

El ejercicio de la POLÍTICA, como no puede ser de otro modo, es flexible y está atento a las transformaciones de la realidad, a los cambios en el contexto local y global. Los pronósticos del futuro utilizando las bolas de cristal conducen al fracaso, al desacierto y, como diría M. Kami, se puede terminar comiendo vidrio molido. La fortaleza del sistema democrático descansa en la aceptación de la pluralidad, la complejidad, la incertidumbre y el cambio, estos últimos compañeros de toda vida del género humano. Es importante evitar el riesgo de mantenerse fiel a un mantra que carcome a quienes se ciegan a la modificaciones de la realidad en direcciones imprevistas.

 Frente a la prepotencia es necesario moderación, en el que la política se coloque al servicio de los ciudadanos, centro y esencia de lo público. Los mantras se han desvanecido y convertido en humo. La democracia de algún modo se merece y se conquista.

Quienes han dirigido el país se han mantenido a fuerza de gobernar en contra de la nación carentes de honestidad de la que por lo demás nunca han hecho gala. Han sido 23 años de destrucción y cada día que transcurre es una herida, de asfixia y cerco al individuo. Es urgente poner freno a la destrucción, recuperar a los partidos políticos y a la POLITICA como instrumento al servicio de los ciudadanos en toda la Nueva Geografía. Complejidad que no admite respuestas simples, reclama una estrategia de gobernanza y políticas capaces de madurar soluciones perdurables, profundas y sostenibles.

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