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Por: Humberto González Briceño @humbertotweets

Desde el punto de vista teórico político los partidos de la falsa oposición resolvieron que se puede cohabitar con el chavismo dentro del Estado chavista. Por eso todos los esfuerzos van dirigidos a un mero cambio de gobierno por la vía electoral. Esto podría tener algún sentido si efectivamente el chavismo quisiera o, mejor aún, estuviese en la necesidad de esa cohabitación. Pero está demostrado que el chavismo puede gobernar a su antojo prescindiendo de la falsa oposición. Por eso el chavismo nunca aflojará las correas que amarran a sus instituciones tales como el Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia y las Fuerzas Armadas. En consecuencia, no se puede esperar que el chavismo haga nada para ceder el poder del gobierno ante un ilusorio e hipotético triunfo electoral de la falsa oposición.

La manera como la falsa oposición se ha planteado las negociaciones con el chavismo es una demostración de la debilidad de su tesis. La falsa oposición acude a la mesa de negociación con el chavismo sin absolutamente nada que negociar o dar a cambio que no sea su fidelidad perruna al régimen político chavista. Se puede argumentar que las inocuas sanciones aplicadas por los Estados Unidos y la llamada comunidad internacional además del reconocimiento al gobierno de papel de Juan Guaidó son las piezas que arman  a tesis de la falsa oposición para negociar con el chavismo. En realidad se trata de apariencias que no han afectado ni afectarán al chavismo porque estas podrían continuar operando incluso hasta el 2024 sin llegar a erosionar el poder del régimen.

Desde el punto de vista pragmático los dueños de los partidos que conforman la falsa oposición saben que es así, pero de alguna forma tienen que aspirar a lo único que queda disponible que es seguir existiendo como factores políticos reconocidos por el régimen para acceder a los recursos que les permitan sostener a sus clientelas. El chavismo por su parte le dará a la falsa oposición precisamente eso, un reconocimiento limitado y condicionado además de recursos por vía de gobernaciones y alcaldías. Suficiente para seguir existiendo pero inútil para alcanzar el poder. Las concesiones burocráticas que el chavismo le hace a la falsa oposición adjudicándole gobernaciones y alcaldías no afectan para nada la estructura real de poder político, financiero y militar del régimen aunque sean presentadas por la falsa oposición como epopeyas épicas tal como ocurrió recientemente en Barinas y Zulia y unos años atrás en Táchira, Mérida, Nueva Esparta y Anzoátegui.Esta política de adjudicaciones a la falsa oposición le permite al chavismo dirimir sus propios conflictos internos sacrificando a un bando para premiar al otro. Pero además es un magnífico incentivo para que la falsa opción siga colaborando dentro del régimen político lo cual es justificado mediáticamente por ellos como “conquistar espacios de lucha” en la mítica posibilidad de que efectivamente algún día el chavismo perdiera las elecciones y entregara pacíficamente el poder.

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Este es el discurso más manoseado por la falsa oposición para animar a sus clientelas y engañar a los venezolanos con la estafa de la vía electoral. Aunque no hay forma de acceder a cifras confiables el interés en votar ha disminuido dramáticamente. Lo sabemos no por lo que diga el CNE sino por la impresionante ausencia de gente en los centros de votación el día de las elecciones. Los “analistas” de la falsa oposición acusan alarmados que se trata de una apatía que afecta las posibilidades de victoria de la oposición. Entonces concluyen que la fórmula mágica se resumiría en ir todos (los partidos) unidos y arrastrar a la mayor cantidad de gente a votar. La fórmula deliberadamente deja por fuera factores decisivos de la realidad como la capacidad del régimen para fabricar resultados electorales y ultimadamente el poder para imponerse por la violencia institucional y militar.

Pretender que el chavismo cederá el poder sin que previamente haya un quiebre estructural del Estado chavista es simplemente un cuento de hadas para los fabuladores de la falsa oposición. Pero es un cuento que están obligados a repetir como parte del trato que les permita ese reconocimiento que tanto buscan por parte del régimen. Eso es lo que se está negociando en México. No las condiciones mínimas para sacar al chavismo del poder sino las concesiones y adjudicaciones mínimas que el chavismo está dispuesto a darle a la falsa oposición para que haga su papel.

Como preámbulo a la fiesta electoral del 2024 las negociaciones en México lucen más como una feria con papelillo y serpentina donde se le entregan premios e incentivos a la falsa oposición. La celebración adquiere ahora incluso más entusiasmo y colorido con la incorporación de ONG y otros grupos motivados a participar en  darle palos a esa piñata pagada con los recursos de la nación venezolana. Lo importante es que cada vez son más los venezolanos que identifican con claridad ese patrón de comportamiento del régimen chavista y la falsa oposición y en consecuencia ven en la abstención electoral la única forma de rebelarse contra la estafa política. A pesar de los millones que gastaran el chavismo y la falsa oposición para arrastrar a la gente a los centros de votación con promesas marchitas la realidad y la experiencia de estos veinte años son mucho más potentes.

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Después de esta feria de repartos en México habrá otras, quizás hasta el chavismo ya las tiene previstas en su manual. Pero lo que no cambiará es el discurso estafador, porque ya no queda nada nuevo que decir.

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