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María Gabriela González Chacín, es una joven oriunda de Maracaibo, estado Zulia y licenciada en artes. Con 29 años de edad es una representación de la perseverancia que caracteriza a la juventud venezolana. De los efectos económicos adversos originados por la pandemia, la marabina sacó provecho para retomar su pasión y comenzar a generar su propio sustento con creatividad, trazos y colores.

“Maga Gon”, las abreviaturas de sus nombres son usadas para darse a conocer en el mundo artístico y de esa manera invita a conocer su historia como inmigrante venezolana residenciada en Chile desde el año 2019. Maga, relató A Frontera Viva que no fue un comienzo fácil pues, aunque viajó al sur con la Visa de Responsabilidad Democrática aprobada -requisito exigido por el país austral desde 2018 para el ingreso de venezolanos- no fue fácil adaptarse a trabajar fuera de su campo.

Entre tiempos libres, intenta reconectarse con el arte; conexión que comenzó a dar resultados hasta marzo de 2019 con el inicio del confinamiento en Chile. La situación ameritó que Maga optara por un trabajo freelance relacionado al dibujo, lo que hoy en día representa un vínculo entre la estabilidad laboral y su estabilidad emocional.

Límites entre la venezolanidad y el arte

Ser migrante, venezolana y a la vez artista “genera una gran presión y expectativa en las personas que te conocen”, dice. Además, comentó que el hecho de no contar con la visa permanente y no tener nacionalidad chilena le ha limitado optar a oportunidades laborales como, por ejemplo, dar clases en una universidad o trabajar en un museo.

Pese a ello, esta joven venezolana no desmerita el valor de su profesión frente a la competencia de artistas del país de acogida, y comentó que en diversas ocasiones ha recibido “ofertas” laborales, pero por unos cuantos pesos chilenos por tratarse de “mano de obra barata”. Para Maga, y para muchos de sus colegas egresados de la Universidad del Zulia que también residen en Chile, el arte es un lenguaje universal, tan universal como la música, tan interpretativo que no requiere nacionalidad para ser plasmado, disfrutado y su valor no debe desestimarse porque lo ejerce un extranjero.

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Maga: plasma la belleza que otros no ven y la hace notar en sus ahora solicitados dibujos. Gracias a su perseverancia y talento, María Gabriela ha construido reputación entre los artistas de todas las nacionalidades que se debaten trabajos en internet; popularidad que forjó desde una determinación porque “mientras muchos estaban desesperados por haber perdido sus trabajos, decidí probar con trabajos freelance y ahora eso es lo que hago con lo que me gusta”.

Somos nenúfares

Como creativa, Maga sí que sabe comparar y describir. A sus connacionales contemporáneos los refiere como el nenúfar, la planta capaz de florecer en medio de los pantanos. Es así como contempla a la juventud venezolana.

“No importa la situación difícil en la que nos encontremos, podemos estar destruidos, en pedazos, pero igual vamos a salir de allí y nos vamos a levantar”. Esta es una referencia que hace tanto para los jóvenes migrantes, como para quienes están en Venezuela.

Como migrante, comparte la firmeza y poder de adaptación que caracteriza a cada compatriota “porque no es fácil estar lejos de tu familia sin saber cuándo los vas a volver a ver, no es fácil desenvolverse en un país con una cultura diferente”.

A quienes siguen en Venezuela los considera personas admirables por tratar de sobrevivir de la manera que se pueda. Desde el campo del arte, asegura sentirse orgullosa de ver que muchos de sus colegas brillan en medio de las adversidades que envuelven a Venezuela.

A pesar de todo, considera que el éxodo ha generado cambios positivos en cada venezolano, “nos volvió más fuertes, más decididos, y mejores personas”.

Para finalizar esta entrevista concedida a Frontera Viva, Maga reflexiona, indiferentemente de la profesión o campo de cada connacional, la lucha es la misma. “Todos vamos en distinto trenes, pero hacia el mismo camino”.

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Prensa Frontera Viva

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