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Así lucieron algunas trochas en la frontera esta martes

La desolación reinó en la avenida Venezuela y en la mayoría de calles de San Antonio. Los únicos sitios concurridos fueron las cercanías de algunas trochas, por donde este jueves se evidenció a grupos de venezolanos entrando y saliendo de Colombia. El camino irregular, cercano al club Los Tamarindos en el barrio Lagunitas, fue uno de los más visitados.

Mientras las calles de Colombia eran recorridas por cientos de ciudadanos que se dieron cita a las marchas convocadas, las de la frontera presentaron un rostro dominado por el silencio, el cual se iba rompiendo una vez se adentraba a los “caminos verdes”. Allí, los precios del “peaje”, variaban. Algunos pagaron 5.000, otros 10.000 pesos. Hubo quienes, por requerir de un “trochero”, desembolsillaron hasta 30.000 pesos.

A los alrededores de las trochas se ubicaron taxistas y vendedores informales, con el propósito de ofrecer diversos servicios a los que se atrevían a arribar al lugar. “Hay que buscar la plata y aprovechar el momento”, dijo una habitante del barrio Lagunitas, quien instaló un puesto de venta de refrescos durante los dos días de cierre.

“Antes, cuando los puentes estaban cerrados y las trochas eran el único camino para cruzar al otro lado, esto se lo pasaba lleno de lunes a lunes. La mercancía que uno vendía, volaba”, señaló, quien por seguridad, prefirió no ser identificada.

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Entrada de la trocha siete en el barrio Lagunitas.

Venezolanos retan a la naturaleza

Los días de bloqueo fronterizo, han estado acompañados de fuertes precipitaciones, registradas, en su mayoría, en horas de la madrugada. No obstante, este elemento no ha impedido que decenas de ciudadanos, osados, atraviesen la corriente.

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Muchos, al salir de los caminos irregulares, reflejaban la crecida del río Táchira, pues la marca dejada por el agua, en algunos llegaba hasta las caderas, y en otros, hasta la cintura.

Los maleteros, como también se les conoce a quienes pasan su mercancía por las trochas, pese a venir cargados, poseen un dominio del lugar, debido a los recorridos frecuentes que hacen, permitiéndoles mayor agilidad al momento de surcar el afluente y los sinuosos trayectos que separan a Venezuela de Colombia.

Del lado colombiano, en La Parada, pocos establecimientos abrieron sus santamarías, según reportes de medios colombianos.

Jonathan Maldonado, corresponsal de FronteraViva

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