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Por Frontera Viva
Obtener un título universitario en Venezuela supone un panorama incierto para los estudiantes que aún quedan en el apaleado sistema educativo, pues tras una ardua batalla muchos terminan viéndose obligados a dejar su carrera a medias, producto de la complicada carga que representa estudiar en un país bajo una crisis humanitaria compleja, en el que la balanza de las dificultades arrastra al abismo los sueños de la juventud venezolana.
Otros tantos bachilleres de la república que tienen el ferviente deseo de continuar sus estudios, no están ingresando a las universidades, las razones son muchas, y es innegable que desde hace ya varios años Venezuela se va quedando sin jóvenes.
Ante el desierto de datos oficiales
En un país en el que reina la política de la desinformación y la opacidad para el acceso a los datos públicos, medirle el paso a la deserción universitaria es difícil, en Venezuela no se publican cifras oficiales, aunque los empolvados datos del régimen como las Estadísticas Educativas del Instituto Nacional de Estadística (INE) evidencian que el sistema escolar perdió 213.669 alumnos de 2013 a 2018.
Por otra parte, las universidades públicas del país ya no ofrecen las estadísticas de su matrícula, un ejemplo de esto es la Universidad de Los Andes (ULA) que desde el año 2015 no actualiza en su página web el boletín estadístico que incluye la matrícula estudiantil. A lo anterior se suma que el personal administrativo de las universidades tiene miedo de sufrir las represarías del régimen por suministrar información, y otro factor a tomar en cuenta es la asfixia presupuestaria que contribuye a que no exista el personal en las universidades para levantar estos números.

Vagamente, el régimen ha lanzado cifras al aire como cuando “en septiembre de 2020 Nicolás Maduro anunció que existían 3.145.869 estudiantes universitarios; ello indica, según el gobierno, que en un año se dio un incremento de 316.349 estudiantes (…) Esa cifra de incremento en 2020 está totalmente alejada de la realidad, tal como se afirmó, con el supuesto incremento en educación básica”, señaló la ONG Provea en su informe anual de 2020; además la cifra resulta desproporcional porque como documentó la misma Provea en su informe anual de 2021, según las estimaciones del “Centro Latinoamericano de Demografía (Celade) , en 2020 había en Venezuela 3.213.654 personas entre 18 y 24 años. De ser cierta la matrícula presentada por el gobierno, eso significaría que casi 100% de los jóvenes se encontrarían inscritos en un centro de educación universitaria”.
En conversaciones con la ONG Aula Abierta y Frontera Viva, se conoció que “entre los años 2020 y 2021, se documentó una disminución en la matrícula estudiantil de al menos 4 de las principales universidades autónomas nacionales en Venezuela. La Universidad Central de Venezuela (UCV) presentó una tasa del 41.53% de las Escuelas consultadas (…), en la Universidad de los Andes (ULA) de 57.96%; en la Universidad del Zulia (LUZ), del 40 – 60%; y en el caso de la Universidad de Oriente (UDO), de aproximadamente 58.61% de deserción en sus cinco Núcleos”.
Por otra parte, una publicación de este año del diario Noticias Barquisimeto hace referencia a que la deserción universitaria en “el caso de la UPEL, se encuentra en primer lugar, pues de 12 mil estudiantes pasaron a sólo 2 mil de pregrado, de acuerdo a datos de Nelson Silva, decano de la universidad”.
Además, un trabajo especial del medio digital La Gran Aldea registra que “de acuerdo con la Dirección de Admisión y Control de Estudios de la Universidad Simón Bolívar (USB) el promedio anual de no inscritos se ubicó en 31% en 2018, este fue 8% en 2010”.

Seguir en pie en un país en emergencia
En octubre de este año, la ONU reveló que hay aproximadamente 7,1 millones de venezolanos migrantes y refugiados repartidos por el mundo, por su parte, quienes aún quedan en Venezuela intentan salir a flote en un país en Emergencia Humanitaria Compleja; este drama aqueja a quienes hacen vida en las universidades, que sortean las limitaciones y restricciones de la educación en Venezuela, no es difícil saber por qué abandonan la universidad los estudiantes y su personal.
Según la ONG Aula Abierta, en entrevista concedida a Frontera Viva, “la deserción universitaria se puede relacionar con la grave crisis económica y social por la que atraviesa el país, aunado a la práctica continuada del Estado venezolano de asfixia presupuestaria a las universidades autónomas nacionales”.
Luis Yaguarate, dirigente estudiantil de la Universidad de Carabobo, considera que “sin ninguna duda el primer causante de la deserción universitaria en Venezuela es el gobierno nacional con las diferentes políticas de asfixia presupuestaria, (…) además, los estudiantes han tenido que dejar las aulas para trabajar y ayudar en sus hogares”.
Por su parte, Francisco Marcano, dirigente estudiantil de la Universidad de Oriente añade que existen tanto causas internas, como externas para la deserción universitaria en el país, en las “condiciones internas, vemos universidades sin pupitres, sin puertas, sin pizarras, sin luz, evidentemente esto causa una desmotivación muy grande en el joven”, en cuanto a las causas externas alude a las fallas en todos los servicios públicos, especialmente transporte, electricidad e Internet.
Según Jeremy Santamaria, Vocero Nacional de Universidades Experimentales (CONFEV), “hoy por hoy la deserción estudiantil se ha convertido en un drama, los niveles de deserción han alcanzado cifras alarmantes, las principales causas de este dramático fenómeno se relacionan con la crisis de los servicios estudiantiles. En 2019 se redujo el porcentaje de autobuses que cubrían el servicio de transporte, se incrementó el número de comedores cerrados y surgieron otras problemáticas como baños fuera de servicio, bibliotecas cerradas o sin servicio, las aulas cerradas o sin condiciones para recibir las clases, todo eso trajo como consecuencia el deterioro de las universidades y obviamente la deserción estudiantil”.
Lo dicho por Santamaria es sustentado por la ONG Aula Abierta, que indicó que “las universidades están desprovistas de cualquier posibilidad de realizar mantenimiento a la infraestructura existente, así como de invertir en la renovación de aulas de clases, laboratorios, bibliotecas y otros espacios e insumos necesarios para desarrollar sus funciones de docencia, investigación y extensión”
Tanta es la desatención presupuestaria de las universidades públicas del país, que la UCV está solicitando donaciones a través de su página web.

Cuando llegó el COVID
Según La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida ENCOVI 2022 “el Estado venezolano no asumió la responsabilidad que le correspondía para mitigar los efectos de la pandemia sobre la interrupción de las trayectorias educativas de las poblaciones más vulnerables”. La ONG Provea en sus informe anual de 2021 señala que la educación ha sido uno de los derechos más vulnerados en el país con motivo de la pandemia de COVID-19, así como también menciona que durante el tiempo de la educación a distancia los registros de “los incidentes de inseguridad muestran cifras alarmantes: el Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (ODHULA) registró 92 incidentes de este tipo en universidades durante el primer semestre de 2021”.
Por supuesto, la educación virtual no es factible sin el buen funcionamiento de los servicios públicos elementalmente: el eléctrico y de telecomunicaciones. Jeremy Santamaria, vocero Nacional de Universidades Experimentales (CONFEV), recalca que ante la pandemia “muchos estudiantes no tenían implementos tecnológicos para poder comunicarse a distancia con el profesor, aunado a la crisis que ya hay en Venezuela por el mal manejo de la economía, muchísimos estudiantes se vieron en la obligación de abandonar sus carreras”.
Los que se van antes o después
Algunos bachilleres deciden no inscribirse en las universidades del país simplemente porque no le ven sentido a invertir su tiempo y recursos estudiando bajo un sistema educativo que se desmorona cada vez más, también es innegable el factor migratorio, ya que son solo algunos los que deciden quedarse y un puñado los que se encuentran planificando por todos los medios su salida de Venezuela, pues consideran que en la nación no ven oportunidades de crecimiento, sin olvidar que es “la grave crisis social-política que existe en el país, lo que llevó a los estudiantes a abandonar las aulas de clase para migrar a otros países”, sentencia el dirigente estudiantil Luis Yaguarate.
La otra cara de la moneda son los egresados universitarios que una vez culminados sus estudios quedan a la deriva por la carencia de un mercado laboral o sumidos ante salarios irrisorios. Datos del Fondo Monetario Internacional indicaron en 2020 una tasa de desempleo de 58,3% en Venezuela.

No solo se van los alumnos
A lo anteriormente mencionado se debe agregar que la deserción universitaria se extiende a toda la comunidad estudiantil, con especial mención a los profesores, ya que es latente el desánimo y el malestar de los educadores ante el deterioro de sus condiciones laborales, en un ambiente de trabajo insostenible, con salarios insuficientes para cubrir inclusive sus necesidades básicas.
“Nada más la versión no fue de los estudiantes, los profesores también tuvieron que irse, y muchos otros también fueron absorbidos por esta crisis, y muchos de ellos fallecieron en el intento, aun manteniéndose en pie queriendo levantar a la academia”, dijo Jeremy Santamaria.
Aula Abierta resalta que “los salarios universitarios son una de las principales causas de la deserción docente. Conforme con la tabla salarial de inicios de noviembre de 2022, un profesor docente del más alto escalafón devenga mensualmente el equivalente a USD 56, (datos calculados por Aula Abierta usando como referencia el tipo de cambio oficial de Bs. 9,29 por USD 1)”.
El futuro no nos espera
Según Santamaria, las consecuencias de la deserción universitaria son alarmantes porque la nación se está quedando sin la generación de relevo, “si no hay quién pueda renovar entonces nos estamos quedando sin ese pensamiento crítico, (…), eso debería llamar la atención de muchos de los que están hoy en el gobierno, lamentablemente ellos persiguen a la generación de relevo, y están amalgamando una generación de relevo a su imagen y semejanza que obedezca sus intereses”.
La pregunta que nos queda pendiente entonces es: ¿Cómo podemos corregir un futuro universitario en una Venezuela que cada vez se va más a pique?