
Anderson Ortiz, es un médico venezolano que vive en Uruguay; por su vocación hacia su profesión y su compromiso por salvar vidas, decide ser el médico de cabecera del famoso crucero Greg Mortimer, varado a 20Km. del puerto de Monte Video.
El 2 de abril estaba Ortiz en casa haciendo la cuarentena voluntaria cuando a través del grupo de WhatsApp de médicos venezolanos en Uruguay, llega un mensaje donde la compañía del crucero estaba buscando a un médico que estuviera dispuesto a ingresar y atender la compleja situación de la pandemia por coronavirus.
El joven médico tuvo que preparar todo y en un par de días ya estaba ingresando a lo que sería su nuevo lugar de trabajo.
¿Qué fue lo primero que pensó?
“Al principio me asusté un poco y pregunté cuántas personas eran, pero lo asumí y dije, vamos a ayudar a esta gente, ya veremos qué va a pasar allá adentro”.
Cuando iba hacia el puerto, el Dr. Anderson sintió temor pero ya iba camino a su nueva labor, así que aprovechaba para preguntar sobre protocolos y posibles futuras situaciones. Finalmente, al estar frente al crucero, le informan que debía saltar; mientras los de la tripulación le gritaban “salta, salta”, se armó de valor y la adrenalina actuó que de un momento a otro ya estaba dentro de la embarcación.

Desde el primer momento, comenzó el trabajo; le informaron cómo se estaba llevando la situación. “Hacía la toma de la temperatura dos veces por día y llevábamos un buen protocolo”. También nos comentó que la mayoría de las personas estaban infectadas; el ambiente era de mucho incertidumbre.
Los días eran muy largos y las noches eran cortas, las responsabilidades que tenía que desempeñar el Dr. Anderson, no era sólo pasar por los cuartos y velar para que estuvieran bien, debía de concentrarse en el tratamiento por alguna patología previa de cada uno.
A los días llegó una colega de Ortiz, también venezolana y así formaron un gran equipo:
“Mi compañera y yo nunca nos sentábamos a preocuparnos y comentar que nos íbamos a contaminar, ella cuidaba de mí y yo de ella”.
El Dr. Anderson, contaba algunas anécdotas, como los papeles que dejaban unas filipinas en la puerta de su habitación agradeciéndoles; también, el caso de otras personas que también eran médicos y al momento de hacerle la prueba, bromeaban y le decían, “somos colegas, trátenme con cariño”.
Al finalizar el tiempo en la embarcación y al ser evacuada las personas, proceden a separar los casos; los positivos irían a un lugar diferente de los negativos. El Dr. Ortiz quedó encargado de las personas con coronavirus por un mes más.
Hoy en día, parte de las personas, se encuentran todavía en el hotel, el Dr. Anderson Ortiz sigue en contacto con alguno de ellos, pese que ya terminó su trabajo como médico de cabecera, sin embargo, la admiración de sus pacientes no tiene límite y ahora son amigos.
Ortiz, dice que si le tocaría pasar por una experiencia similar, él no dudaría en ir y ayudar.