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La bonanza petrolera y la economía en ascenso del entonces presidente Carlos Andrés Pérez atrajo a la familia Medina a la gran Caracas, lo que era “una ciudad impresionante”, así lo relata Alejandro Medina, hijo de la familia.

En su memoria permanece intacto el recuerdo de su llegada a Venezuela, aterrizando en una ciudad de mucho tráfico y altos edificios.

El núcleo familiar hace parte de los 169.419 colombianos que migraron a Venezuela entre los años 1970 y 1979.

Aunque era sólo un niño, Medina inmortaliza en su memoria los recuerdos de aquellos años en los que, a su familia, se le presentaban buenas oportunidades laborales, la posibilidad de comprar un apartamento y tener su propia empresa.

“Era una época en la que existía la posibilidad de realizar los sueños” dice desde Bogotá, su ciudad natal, a la que se vio forzado a regresar por la inseguridad del país que, para entonces, ya estaba liderado por el fallecido presidente Hugo Chávez.

Municipio Baruta, parroquia Nuestra Señora del Rosario. 1950

“Vivíamos en un paraíso”

Medina dice haber disfrutado de las playas venezolanas con total seguridad, y de enormes mercados porque existía la posibilidad de comprar en grandes cantidades; una realidad que hoy suena lejana. Medina la llama “la Venezuela saudita” caracterizada por la alta fluidez a causa del aumento de los ingresos petroleros.

Sobre la doble nacionalidad que posee, Medina dice que siempre prefirió la del país que lo vio crecer “tener pasaporte venezolano era una carta abierta”.

“De Venezuela es mi corazón”

Medina lamentó haber tenido que dejar un país en el que “nunca hubo discriminación por ser colombianos” y en donde quiso permanecer toda su vida. Una tierra en donde nació su hermano, estudió dos carreras universitarias, se casó y montó su empresa. 

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Según el Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela (INE), entre 1980 y 1999, 207.686 colombianos migraron a la Venezuela que ofrecía estabilidad económica y seguridad; los principales motivos por los que huían de Colombia.

Pero a principios de los años 2000, el INE registró una disminución de migrantes colombianos, con un ingreso de 35.188 personas. Sin embargo, el usurpador de la presidencia, Nicolás Maduro, aseguró en una alocución en febrero de 2017 que cerca de 100.000 personas de nacionalidad colombiana se habían radicado en el país (cifra que no aparece sustentada en los datos oficiales).

Aquellos recuerdos de bonanza y sueños por cumplir, ahora se pierden entre otra realidad vivida que llevó a Medina a tomar la decisión del retorno a Colombia. Asegura que con la llegada del chavismo al poder “las cosas empezaron a cambiar. La seguridad empeoró, las medicinas ya no se encontraban fácil”.

La inseguridad fue la señal de huida

Vivió de cerca el temor de la inseguridad “Mi papá tenía una camioneta y un día, por robársela, lo encañonaron, lo golpearon. Recuerdo haberlo visto llegar a casa sangrando”, esa fue la alerta de partida.

Según un informe del Observatorio Venezolano de Violencia, el año 2019 cerró con un estimado de 16.506 fallecidos con una tasa de 60,3 muertes violentas cada cien mil habitantes.

Pisando suelo colombiano, Medina se sintió migrante por primera vez. No le fue fácil iniciar desde cero y construir lo que en Venezuela le tomó años. Él y su familia fueron parte de la primera ola migratoria que, en su mayoría, estuvo marcada por la fuga de profesionales calificados tras el despido de casi 20.000 trabajadores de Petróleos de Venezuela (PDVSA).

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Tras su experiencia migratoria, ahora Medina entiende a quienes han llegado en las masivas oleadas migratorias de los últimos años. “Es el éxodo desesperado, el de los que están viviendo la peor crisis generada por la inseguridad, la falta de comida y la pobreza”, dijo.

Le llama “éxodo desesperado” a la constante salida de migrantes venezolanos hacia Colombia, flujo que desde 2015 hasta el 2020 se ha ido incrementando pues, más de 1,4 millones de venezolanos radican en el país neogranadino. Desde Venezuela, entre el 2012 y 2017 han sido deportados más de 7.000 nacionales de Colombia, siendo el 2015 el año con 4.883 casos. De enero a marzo de 2017, 41 colombianos habían sido deportados, nueve expulsados y seis repatriados, según la Oficina de Migración, que señala como causa la permanencia irregular.

La esperanza se mantiene

“No creemos que la crisis de Venezuela vaya a ser eterna” dice con el deseo de reencontrarse con sus padres aún residentes en Caracas y su hermano migrante en Panamá.

Hoy, Medina mantiene el anhelo de regresar a Venezuela con la esperanza de sentir nuevamente la calidez de las aguas de la costa y de palpar la abundancia que vivió. (Astrid Anselmi).

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