La cultura es probablemente la esencia misma de una sociedad. Las costumbres, los valores, los hábitos compartidos entre un número considerable de individuos, hace que establezcan lazos de identidad. Venezuela vivió una época donde esta conciencia sobre la importancia de la cultura se hizo palpable.

Tal vez no existe otro periodo de expansión cultural en la historia nacional, que el suscitado entre 1970 y 1980. Las instituciones que se fundaron para preservar y promover la cultura, marcaron un hito y fueron recibidas con beneplácito por la mayoría de los ciudadanos.

Entre las instituciones a mencionar se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo, creado un 30 de agosto de 1973, bajo la promoción del gobierno nacional y de la periodista Sofía Ímber. Su puesta en funcionamiento ocurrió en 1974 en el complejo urbanístico, Parque Central, exponiéndose obras de artistas venezolanos como Jesús Rafael Soto y Marisol Escobar, y de figuras internacionales como Richard Smith y Michelangelo Pistoletto.

Ímber dirigió el Museo desde su creación hasta el año 2001, cuando por presuntas desavenencias con el entonces presidente Hugo Chávez, fue removida del cargo. Es también de la época, la fundación de la Galería de Arte Nacional (1974), que estuvo bajo la tutela de Alejandro Otero, Miguel Otero Silva y Manuel Espinoza. Funcionando como centro de difusión y preservación del arte nacional, esta institución cuenta actualmente con una colección de más de seis mil obras de diferentes autores, géneros y tendencias, con algunas que pueden llegar a tener hasta cuatro siglos de antigüedad.

El edificio donde se ubica la Galería de Arte Nacional, fue construido entre 1988 y 2009, diseñado por el arquitecto venezolano Carlos Gómez de Llanera, es, con sus 30.785 m2, una de las galerías más grande de Latinoamérica.

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Del mismo año, 1974, datan dos importantes proyectos, uno, el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), espacio creado para propiciar la “integración y difusión de la cultura de América Latina y el Caribe”, como se expresa en su sitio web. 

El CELARG tuvo su antecedente en el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, entregado por primera vez en 1968 al escritor peruano Mario Vargas Llosa, por su novela “La casa verde”. El escritor colombiano Gabriel García Márquez también lo ganaría en 1972, por “Cien años de soledad”, y el primer venezolano en conseguirlo fue Arturo Uslar Pietri, en 1991, con la novela “La visita en el tiempo”.

El otro proyecto desarrollado emprendido fue la Biblioteca Ayacucho, fundada por el abogado, escritor y poeta, José Ramón Medina, quien fungió como director hasta el año 2001. En esta biblioteca su fondo editorial se ha encargado de preservar obras de autores como Andrés Bello, Rufino Blanco Fombona, José Antonio Ramos Sucre, Guillermo Morón, entre otros. Y además, de ponerlas a alcance de todos al permitir su descarga gratuita a través de su página web.

Del año 1975, se tiene la puesta en escena del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles de Venezuela, fundada y dirigida por José Antonio Abreu. La trayectoria de esta institución la ha convertido en una de las más importantes y prestigiosas a nivel nacional e internacional. Entre las distinciones obtenidas se encuentra “Premio Internacional de la Música”, otorgado por la UNESCO en 1993, o el “Premio Interamericano de Cultura” concedido por la OEA en 1996.

A la fecha tiene un total de 81 distinciones de instituciones que han homenajeado la labor de este sistema que ha representado una ventana de oportunidades dentro del mundo de la música para millones de jóvenes venezolanos.

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Por último, en 1977, se decretó la creación del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, dirigido durante 24 años por Virginia Betancourt, hija del expresidente Rómulo Betancourt. El antecedente histórico de esta institución fue la Biblioteca Nacional de Venezuela, creada en 1833 por el Gobierno nacional a cargo de José Antonio Páez.

En la actualidad la biblioteca cuenta con unos tres millones de libros, siendo el “Tratado de Derecho Sucesoral ab Intestato”, autoría de Nicolás de Ubaldis, el ejemplar más antiguo que posee, el cual data del año 1471.

Cada una de instituciones lamentablemente han visto mermada su capacidad de acción y su calidad en los últimos años, producto del abandono gubernamental, la politización de sus espacios, y las malas prácticas gerenciales.

Son estos lugares depósitos y aspersores de la cultura, que si se atienden adecuadamente, pueden contribuir al desarrollo del país a partir de la formación ciudadana dentro de las corrientes siempre dinámica del acervo nacional.

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