Su música celebra el alma del acervo nacional. La amalgama de sonidos que comprendieron sus álbumes es una descripción musical del venezolano.

Nacido un 19 de septiembre de 1946, en Tubinga, Alemania, Vytautas Romanas Joneliukstis Stanzl, conocido artísticamente como Vytas Brenner, consagró su vida a la música, lo que le hizo mantenerse en la constante búsqueda de géneros y fusiones.

Llegó a Venezuela en 1949, es decir, cuando apenas contaba con tres años, y fue en este país sudamericano donde tomó las primeras lecciones de música en la Escuela Emil Friedman, según sostiene Mirco Ferri, en su artículo Vytas Brenner, el músico alemán que se inspiró en Venezuela.

Brenner realizó durante su niñes y juventud reiterados viajes a Europa, donde empezó a aprender las labores de arreglos y producción de discos. Justamente, en el viejo continente, grabó su primer disco, Brenner’s Flok, donde participó la cantante Jeannette, quien años después alcanzaría fama mundial.

Posteriormente, las ansias de profundizar su formación, llevaron al músico a los Estados Unidos, donde estudió música electrónica en la Universidad de Tennessee. Y tras ese breve receso, regresó al país en 1972.

Una vez más en Venezuela, junto a María Fernanda Márquez, fundó el dúo Vytas y Mafe, y participó en la segunda edición del Festival Onda Nueva, realizado en Caracas bajo la dirección del maestro Aldemaro Romero, según se lee en su biografía presentada en el portal Revista La Dosis.

Pero su éxito, y la razón de haberle dedicado este artículo con el propósito de mantener viva la memoria de tan excelso músico, llegó en 1973, cuando conformando el grupo Ofrenda, lanzó el disco La Ofrenda de Vytas.

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Este trabajo, producido por Suramericana del Disco, ofreció un total de ocho canciones cuyas melodías son un elogio al folclore venezolano.

Brenner fue capaz de fusionar el sonido de 11 instrumentos, entre ellos, la guitarra, el arpa, el sintetizador, las maracas, el cuatro, el piano, entre otros, que a ningún músico hasta el momento se le había ocurrido reunir.

Además, cada una de las canciones lleva nombre de lugares, plantas y animales existentes en la geografía venezolana, como, por ejemplo, Frailejón, La Sabana, Tragavenado o Araguaney.

En la producción, participaron los músicos Pablo Manavello, Ángel Melo, Jesús Chinchilla, Frank y Alfredo Rojas, Ramón Hernández y Carlos Acosta, todos bajo la dirección de Haakon Brenner, hermano de Vytas.

Con este disco se inició una gira nacional que le permitió a Brenner y su grupo darse a conocer en distintos escenarios. El citado Mirco Ferri, que tuvo oportunidad de asistir a una de estas presentaciones, hizo la siguiente descripción del concierto:

“El entramado sonoro nos hace sentir en algún paisaje, a ratos selvático, a ratos costero. Sonidos que nos recuerdan al llano o a la montaña, la mixtura de instrumentos sapientemente ensamblada por Brenner nos regala un viaje mental a través de la geografía venezolana”.

Trabajos posteriores como Hermanos (1974), Jayeche (1975) e incluso Amazonía (1993), se hicieron con el mismo concepto de mezclar sonidos y presentar de una manera distinta, mucho más moderna, los compases de la música tradicional venezolana.

La ofrenda de Vytas es, justamente, este intento por exaltar los sonidos del país al que llegó a los tres años de edad. Es una forma única de expresar un mensaje, el cual sugiere, muy similar a lo considerado por José Ignacio Cabrujas, que lo distinto, curioso y magnánimo de la identidad del venezolano, es precisamente que puede ser lo que le venga en gana, representándose con una guitarra eléctrica al mejor estilo del rock and roll estadounidense, hasta con el cuatro de la tonada llanera del extendido Apure.

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Vytas falleció en Salzburgo, Austria, el 18 de marzo de 2004, cuando se encontraba trabajando en la producción de un nuevo disco, pero su música trascendió hasta nuestros días, siendo parte de la cultura nacional. Vale la pena escucharla si se quiere hacer un recorrido por Venezuela desde las líneas de un pentagrama.

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